Inmoralidad una señal de los tiempos
- Fecha de publicación: Miércoles, 16 Enero 2013, 23:24 horas
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¡Algo anda mal! La cultura occidental con su historia de principios democráticos y valores morales está debatiéndose desesperadamente. Tal parece que ya no somos capaces de controlarnos en nuestra búsqueda de placer, comodidad y ganancia material.
La Biblia dice: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella...” (2 Ti. 3:1-5a).
Sin duda el aumento en la inmoralidad es una señal de los tiempos finales que está cumpliéndose hoy. Porque cuando hablamos de las señales de los tiempos dadas en la Biblia, tenemos que tener en consideración que la Escritura también afirma que conforme se aproxime el retorno del Señor Jesucristo, éstas irán aumentando en frecuencia e intensidad. Para comprobarlo sólo tenemos que examinar los últimos cien años y así advertiremos cómo esas señales han ido incrementándose cada vez más.
En Mateo 24:8, el Señor Jesucristo le llamó a esta intensificación “principio de dolores”. El término ilustra, que así como en el alumbramiento los dolores de la mujer van aumentando progresivamente hasta que finalmente nace el niño, eso mismo experimentará el mundo en los últimos días previos al retorno del Señor Jesucristo, y eso es exactamente lo que estamos viendo hoy.
El capítulo 24 de Mateo es uno de los mejores para conocer cómo serán los últimos días, porque allí el Señor explica con detalles, cuál será la condición moral en ese tiempo. En los versículos 37 al 39, Jesús declara: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”.
También sabemos por la Biblia, que los días de Noé se caracterizaron por el desenfreno y que la sociedad era hedonista. El hedonismo es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Considera el placer como el fin de la vida, por lo que se deduce que los seres humanos deberíamos dedicarnos exclusivamente a vivir en su eterna búsqueda.
La Biblia dice además, ¡qué Noé era el único hombre justo vivo en ese tiempo! Por lo tanto, entre más se aproxima el retorno de Jesús, la sociedad cada día, va pareciéndose más a las personas inmorales que vivieron en el tiempo de Noé.
La primera característica dada por el apóstol Pablo en 2 Timoteo 3, para estos últimos días, es que “habrá hombres amadores de sí mismos”, tanto que el amor de muchos se enfriará como dijo el Señor en Mateo 24:12: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”. Sin el amor por otros, la inmoralidad florecerá. Hoy estamos siendo testigos de esta falta de amor en el mundo, en la alta tasa de criminalidad, la violencia sin sentido y la falta de amor entre padres e hijos, que resulta en maltrato infantil, pedofilia, incesto, rebelión y aborto.
Estamos viendo la anarquía y la corrupción en todos los niveles del gobierno. Estamos viendo países que son gobernados por dictadores con puño de hierro. Y, por desgracia, incluso hasta las naciones occidentales que históricamente han sido bastiones de la libertad, están rápidamente desmoronándose en pedazos debido a la inmoralidad.
Si alguien es un escéptico y necesita prueba de que ha habido un aumento en la inmoralidad, sólo examine la tasa de los niños nacidos fuera de la unión matrimonial. Por ejemplo en Estados Unidos, en el año 2008, 41% de los niños nacidos, eran de madres solteras, lo cual es un aumento muy grande si se compara con el 28% en el año 1990 y el 18% en 1980. Esta tendencia continúa en todo el mundo con una tasa del 35% en la Unión Europea en el 2008, mientras que en 1998 era de 25% y de 17,4% en 1990.
De acuerdo con un estudio llevado a cabo por la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de los niños nacidos fuera del matrimonio son hijos de jóvenes entre los 10 a los 19 años de edad. El embarazo de adolescentes en los países desarrollados, se produce por lo general fuera del matrimonio y conlleva un estigma social en muchas comunidades y culturas.
Para el 2002, en todo el mundo, las tasas de embarazo en la adolescencia en ese año y en los subsiguientes variaron, siendo las más altas las de Níger y Congo, con cerca de 200 embarazos por cada 1000 mujeres adolescentes. Mientras que en los países desarrollados Estados Unidos y Reino Unido tuvieron el nivel más alto de embarazos en adolescentes.
Según la organización Save the Children, cada año nacen 13 millones de niños de madres menores de edad en todo el mundo y fuera del matrimonio. De ellos el 90% que equivale a once millones 700 mil, proviene de los países en vías de desarrollo y el restante un millón 300 mil a los países desarrollados.
Este aumento en los niños nacidos fuera del matrimonio, obviamente significa que hay más fornicación, algo que la Biblia condena. Sin embargo, esto es apenas el extremo superior del iceberg.
Abuso sexual de menores
«Según estadísticas publicadas por la UNICEF, El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en el año 2005, más de diez millones de niños sufren de explotación sexual forzada en el mundo. Esto quiere decir que hay aproximadamente 2.700 casos nuevos cada día del año.
Se estima que más de cien mil niños en América Latina son víctimas de explotación sexual comercial.
En Perú, una de cada tres niñas es abusada sexualmente antes de los 15 años, y uno en cada seis niños sufre del mismo abuso antes de los 15 años.
Entre 39% al 83% de todas las niñas con discapacidades evolutivas y entre el 16% y el 32% de todos los niños con el mismo problema, son abusados sexualmente antes de llegar a los 18 años de edad.
El estudio también indica que sólo se reporta uno en cada 30 casos de abuso sexual de niños con discapacidades.
Las estadísticas indican, que en más del 60% de los casos, el abuso se comete a través de engaños o amenazas, sin violencia explícita.
Cada año, al menos seis millones de personas menores de 18 años son víctimas de agresión física severa y de estas, 85.000 mueren a causa de la violencia intra-familiar.
Las investigaciones existentes muestran que el abuso sexual comienza tan temprano como a los cinco años de edad, y aumenta significativamente entre los cinco y los nueve años. La información de distintos países coincide también en que 70% y 80% de las víctimas son niñas; que en la mitad de los casos los agresores viven con las víctimas y, en 75% de los casos, son familiares directos de las niñas y niños abusados».
Podría seguir hablando de toda la violencia que plaga nuestro mundo, tal como crímenes, pornografía, abusos sexuales de parte del clero católico, perversidades de toda clase, pero hacerlo me tomaría semanas, sin embargo considero que los ejemplos que he presentado son suficientes para demostrar este punto.
Cuando era niño vivía en el campo y pasábamos muchas horas fuera de la casa trabajando y otras veces jugando. Mis padres no tenían que preocuparse mucho por nosotros. Incluso cuando vivía en Estados Unidos siendo joven, los padres dejaban a sus hijos adolescentes jugar en los parques, tomar un autobús e ir al centro de la ciudad y hacer algunas compras, sin embargo hoy, los padres no pueden dejar a sus hijos jugar solos ni siquiera enfrente de sus casas, mucho menos en un parque, porque casi todos los días los medios noticiosos informan de niños que son secuestrados, abusados sexualmente y finalmente asesinados.
Nadie puede negar que la inmoralidad está aumentando. Sólo podemos concluir que cada día va de mal en peor, y como resultado las personas temen por la vida de sus hijos y las propias.
La agenda homosexual en Estados Unidos
Kevin Jennings, el homosexual que fuera nombrado por el presidente norteamericano Barack Obama como su zar de las “Escuelas seguras”, abandonó su posición ante el departamento de educación de Estados Unidos en julio del 2011, para convertirse en el nuevo presidente de la organización sin ánimo de lucro Be The Change, Ser el cambio.
Durante el tiempo de su administración en el departamento de educación, el señor Jennings fundó y dirigió, la Red de Educación Gay, Lesbiana y Heterosexual, cuyas siglas en inglés son GLSEN, la organización educativa nacional líder en Estados Unidos que promueve el estilo de vida homosexual en las escuelas.
Bajo el liderazgo de Jennings, los programas del GLSEN llegaron a ser algo común en el sistema educativo norteamericano. Durante sus 14 años de mandato como director ejecutivo y fundador del GLSEN, incrementó la legislación homosexual en los planteles educativos en más de 600%, asimismo el número de clubes y alianzas, tal como la alianza de Gays y Heterosexuales, de menos de 50 en 1995, a unas 4.000 escuelas registradas, además de los 8.000 colegios intermedios y superiores que participan en «El día del silencio» en favor de los homosexuales.
En el 2009, el presidente Barack Obama declaró por segundo año consecutivo a junio, como el «Mes del orgullo lésbico, gay, bisexual y transexual».
En su declaración firmada el 28 de mayo del 2009, Obama se jacta que en su gobierno «Las personas abiertamente lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, están sirviendo en todos los niveles».
La proclamación muestra su agenda política para promover la homosexualidad. En ella declara: «Debemos otorgar a las parejas homosexuales los mismos derechos y responsabilidades concedidas a cualquier pareja casada. Debemos proteger los derechos de estas familias, asegurando en las leyes el derecho a la adopción, acabando con la discriminación en los empleos, y asegurándonos que los empleados federales reciban iguales beneficios».
La inmoralidad en todas las áreas
Hablamos de los derechos humanos, pero nos preocupamos muy poco por los inocentes, lisiados, ancianos y pobres. Es mucho lo que se dice y delibera, pero existe muy poca compasión verdadera y cuidado por el prójimo. Hoy día es más importante la calidad de vida que la santidad de la misma. El derecho y la privacidad de los individuos parece ser más importante que las responsabilidades que tenemos unos con otros, el deseo de trabajar por el bien común y el mejoramiento de la sociedad. ¿Qué les ha ocurrido a la obligación, el altruismo, la responsabilidad, el deber y la preocupación por los demás?
Los crímenes y los actos de violencia abundan en las ciudades, y los departamentos de policía se encuentran aparentemente incompetentes en sus esfuerzos por controlar el desenfreno. Se glorifica a los criminales en los periódicos, en los programas de televisión y en las películas, mientras que las víctimas son presentadas gráficamente cuando son asesinadas y mueren. La tortura, el abuso, las armas de fuego y los cuchillos, son usados constantemente para entretener una cultura que voluntariamente observa violencia, mientras se queja por el auge del crimen en la sociedad.
Cada año son abortados en Estados Unidos más de millón y medio de bebés, el 90% de los cuales son simplemente niños no deseados a los que se les considera “problemas o inconveniencias”. Más del 80% de esos abortos son llevados a cabo en madres solteras, producto de embarazos no deseados como resultado de actividad sexual fuera de los vínculos y responsabilidades del matrimonio. ¡En la cultura norteamericana han muerto más seres humanos víctimas del aborto, que en todas las guerras y actos criminales de su historia!
La definición del matrimonio, familia e incluso de las cualidades que distinguen al ser humano, ha sido radicalmente cambiada. Cerca de la mitad de los matrimonios en todo el mundo, terminan en divorcio, forzando a millones de niños a crecer en medio de un ambiente de odio, hostilidad, abuso y soledad. El modelo de los padres que permanecen unidos de por vida y consideran que la principal misión de su vida es apoyar, estimular, amar y entrenar a sus hijos, ya no es más la norma de nuestra cultura. El deseo de hacer dinero, tener éxito y divertirse, domina el pensamiento de la mayoría de las personas. Tal parece que corrieran aprisa tratando de apartarse de las realidades de la vida y de los valores sobre los cuales fue construida la sociedad.
El miedo a la discriminación y la obsesión con garantizar los derechos de los ciudadanos para que crean y hagan lo que mejor les plazca, nos ha llevado a un secularismo que está dispuesto a eliminar cualquier referencia a Dios, la Biblia, principios religiosos y valores tradicionales. Aquel que cree más, cede su puesto al que cree menos, y aquel que cree menos, debe ahora ceder paso al que no cree nada. A las personas que abogan por la moral y los valores tradicionales, se les considera negativas, que gustan de juzgar al prójimo, anti-intelectuales y faltos de razón. Nuestro rápido cambio hacia una cultura secular desprovista de compromiso religioso, ¡es ciertamente uno de los hechos más increíbles de este siglo XXI!
La pregunta que se plantea es: ¿Cómo ocurrió todo esto y qué podemos hacer al respecto? Las respuestas no surgen fácilmente. La naturaleza humana siempre ha gustado del auto-análisis y la investigación social, pero nunca ha sido capaz de proveer soluciones adecuadas. Una cosa es saber lo que es bueno y lo que es malo, pero otra bien diferente es hacer lo correcto evitando lo incorrecto.
Debido a la creencia en la habilidad de cada individuo para determinar la moralidad de sus propias acciones, nuestra cultura pone en tela de juicio a cualquier institución, documento o persona que intenta compartir valores morales a otros. En una atmósfera filosófica y social desprovista de valores morales absolutos, ahora dependemos totalmente de nuestros sistemas legales y judiciales para determinar lo que es correcto o incorrecto para nosotros.
Las naciones de occidente se vanaglorian porque tienen una sociedad “cuyo gobierno es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Mediante el proceso de elegir a sus representantes gubernamentales, aseguran que controlan su propio destino. No obstante, sufren porque los líderes elegidos poseen muy pocos valores morales. Hace tres mil años, Salomón el rey de Israel, dijo: “Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; mas cuando domina el impío, el pueblo gime” (Pr. 29:2).
Los líderes gubernamentales elegidos, a menudo se inclinan más por la opinión pública y por la reelección, que por los valores morales. Pero seamos francos, los líderes de las naciones son sólo un reflejo de su propio pueblo y de lo que ellos mismos creen. A menudo recibimos lo que merecemos. La falla de la sociedad por entender la moralidad y por aplicar los principios morales básicos y valores a la vida pública, es la raíz de muchas de nuestras aflicciones presentes y decadencia moral.
Los valores morales no pueden ser establecidos sin tener en cuenta al Creador de todo. La responsabilidad para hacer lo que es correcto y para evitar lo incorrecto se basa en el temor a Dios. La única Persona que tiene el derecho para determinar los valores morales es quien nos hizo. Sin embargo, la sociedad secular ha decidido que Él no creó a la humanidad ni al universo material. El ser supremo de los humanistas es el hombre, no Dios. De acuerdo con el humanismo secular, el hombre es el único que puede determinar lo que es correcto y lo que es incorrecto. Esto asume que los humanos son capaces de hacer lo que es correcto una vez lo descubren, pero la historia demuestra lo contrario.
La fundación del sistema legal en el occidente, es una moralidad basada en la herencia judeo-cristiana, una creencia con dogmas morales establecidos por Dios. En el corazón de casi toda la ley actual occidental está el modelo que conocemos como los Diez Mandamientos, los valores morales dados por Jehová a Moisés hace tres mil años.
La Biblia enseña en Romanos 3:20, que “…Por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. La moralidad es determinada por la ley de Dios y no por la opinión o votos de los hombres y mujeres en nuestra sociedad presente. Es así como la Biblia define el pecado: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Jn. 3:4).
En 1 Timoteo 1:8-11 encontramos un pasaje fascinante que nos brinda el uso apropiado de la ley de Dios: “Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado”.
Vuelvo a repetir, la ley de Dios “no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina”.
Otro pasaje bíblico muy importante sobre el uso de la ley y el control del mal lo encontramos en Romanos 13:1-5: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia”.
El propósito de la ley es controlar el mal. Por lo tanto el asunto clave es poder definir el bien y el mal. ¿Quién determina lo que es correcto o incorrecto? El pasaje bíblico recién mencionado nos enseña que “no hay autoridad sino de parte de Dios” (Ro. 13:1).
Aunque la ley de Dios en el Antiguo Testamento abarca más de 600 ordenanzas, cubriendo los primeros cinco libros de la Biblia, los cuales son llamados Tora por los judíos, la esencia y resumen básico de ellos, es lo que conocemos como los Diez Mandamientos. La moralidad se basa en la autoridad de Dios y en nuestra responsabilidad personal ante Él. Los cuatro primeros mandamientos tratan de nuestra relación con el propio Dios y los seis finales de nuestra relación con el prójimo.
Son varios los factores que han contribuido a la decadencia moral actual en el mundo, sin embargo hay dos que son verdaderamente responsables en su mayor parte del estado presente de cosas. Debe ser obvio para la mayoría de estudiantes de la historia, que estos agentes a los cuales me referiré, han desempeñado un papel de gran importancia, y son:
► La teoría de la evolución, y
► El humanismo secular
La teoría de la evolución tuvo su origen en Charles Darwin. En la actualidad impregna los salones de clase en todos los niveles, siendo considerada como un hecho por millones de personas, incluso a pesar de que sus amplias conclusiones distan mucho de basarse en hechos y nunca han sido demostradas por métodos científicos o investigación.
En este artículo no pretendo analizar la creencia en la evolución, sino que simplemente deseo referirme al efecto que ha ejercido en nuestra sociedad, esta teoría que trata del origen, naturaleza y desarrollo del hombre En la edición ya bastante antigua de septiembre/octubre de 1964 de la revista Humanist, apareció publicado esta cita en su página 151: «El descubrimiento de Darwin del principio de la evolución hizo sonar el toque fúnebre de los valores morales. Intentó mover el suelo a la fe cristiana».
En la teoría de Darwin no hay lugar para Dios. El hombre es considerado como un animal más desarrollado, y por consiguiente, debe ser estudiado en la misma forma como se investigan las plantas y los animales. El creer que el hombre fue creado a imagen de Dios es algo diametralmente opuesto a la teoría de la evolución. La evolución ve al universo y todo lo que contiene como una acción y efecto del tiempo, negando cualquier participación sobrenatural. Incluso hasta el catolicismo romano que por años se había negado a apoyar abiertamente esta teoría, ahora la acepta como algo plausible.
Las creencias y aplicaciones de la evolución han socavado en forma colosal los valores morales judeo-cristianos. La propia idea de tener una moral absoluta que gobierne nuestras vidas es algo inconcebible entre los círculos de los creyentes de la evolución.
Pese a todo, ningún verdadero científico en el mundo, cristiano o no, tiene mucha confianza en las suposiciones de Charles Darwin, ya que se ha demostrado que muchos de sus planteamientos son falsos. Lo increíble es que la teoría como un todo ha subyugado la mente y creencias de millones de personas.
El humanismo
No obstante, el hecho más importante que ha contribuido a llevarnos hasta el clima moral actual, es sin lugar a dudas el humanismo secular. Aunque las raíces del humanismo se remontan mucho más allá de la proclamación del Manifiesto Humanista firmado en 1933, fue este evento el que trajo a escena las creencias y objetivos del humanismo secular. Los puntos principales de ese manifiesto incluyen lo siguiente:
1. Los religiosos humanistas consideran el universo como si tuviera existencia propia, sin ser creado.
2. Los humanistas creen que el hombre es una parte de la naturaleza y que emergió como resultado de un proceso continuo.
3. Sosteniendo un punto de vista orgánico de la vida, encuentran que el dualismo tradicional de mente y cuerpo debe ser rechazado.
4. Los humanistas reconocen que la cultura religiosa del hombre y la civilización, claramente descritos por la antropología y la historia, son el producto de un desarrollo gradual debido a su interacción con el medio natural y con su herencia social. El individuo nacido en una cultura particular es modelado grandemente en conformidad con esa cultura, y
5. Aseguran que la naturaleza del universo descrita por la ciencia moderna hace inaceptable cualquier garantía sobrenatural o cósmica de los valores humanos.
Esas cinco primeras creencias del Manifiesto Humanista de 1933 son suficientes para demostrar la estrecha relación entre la creencia en la evolución y el humanismo secular.
Uno de los firmantes del manifiesto en 1933 fue John Dewey, quien es a menudo referido como «el padre de la educación moderna». Su influencia en el proceso de la educación fue enorme y continúa afectándonos incluso hasta el presente.
En 1973 fue publicado el Manifiesto Humanista. En el prefacio de ese documento decía lo siguiente: «Tal como en 1933, los humanistas todavía creen que el teísmo tradicional, especialmente la fe en la oración presumiendo que Dios escucha, asumiendo que ama y se preocupa por las personas, que entiende las oraciones y que es capaz de hacer algo por ellos, es una fe no comprobada, dañina y pasada de moda. La salvación basada en simples afirmaciones, es algo nocivo, que sólo sirve para entretener a las personas con las esperanzas falsas de un cielo futuro. Las mentes razonables buscan otros medios de supervivencia».
Este prefacio sigue diciendo: «Los códigos morales tradicionales y sectas nuevas irracionales, ambos fallan al suplir las acuciantes necesidades de hoy y mañana. Las ‘falsas teologías de esperanza’ y las ideologías mesiánicas, sustituyendo nuevos dogmas por viejos, no son suficientes para abastecer las realidades del mundo existente. Ellas en lugar de unir a las personas, separan».
Muy ilustrativas son estas palabras del primer principio de este Manifiesto Humanista de 1973: «Pero nosotros no podemos descubrir propósito divino o providencia para la especie humana. Mientras que hay mucho que no sabemos, los humanos somos responsables por lo que somos o seremos. Ninguna deidad nos salvará; debemos salvarnos nosotros mismos».
En el segundo principio del humanismo secular, tal como fue ratificado en 1973, el ataque en contra del cristianismo llega a ser más fuerte. Dice: «Las promesas de una salvación inmortal o el miedo a la condenación eterna son tanto ilusorias como dañinas».
El compromiso de los humanistas con la creencia de la evolución es evidente, ya que declara: «La ciencia afirma que la especie humana es el resultado de fuerzas evolutivas naturales. Hasta donde sabemos, la personalidad total es una función de los organismos biológicos llevada a cabo en un contexto social y cultural. No hay evidencia creíble de que la vida sobreviva a la muerte del cuerpo. Continuamos existiendo en nuestra progenie y en la forma cómo nuestras vidas han influido a otros en nuestra cultura».
El sistema ético humanista que ahora controla la mayor parte de las instituciones educativas y los conglomerados de los medios noticiosos, está claramente declarado en la tercera doctrina del manifiesto de 1973: «Afirmamos que los valores morales derivan su fuente de la experiencia humana. La ética proviene del interés y la necesidad humana. Negar esto distorsiona toda la base de la vida. La existencia tiene significado porque nosotros creamos y desarrollamos nuestro futuro. La felicidad y la realización creativa de las necesidades y deseos humanos, individualmente y en gozo compartido, son temas continuos del humanismo. Nosotros luchamos por el bien de la vida, aquí y ahora».
La última frase lo resume todo: «Nosotros luchamos por el bien de la vida, aquí y ahora». Este documento humanista no está colmado de principios generales. Deja bien claro a todos los que se suscriben a él y que son afectados por él, que entienden claramente lo que significa este principio cuando es aplicado en todas las áreas de la vida.
En el campo de la sexualidad, el documento declara lo siguiente en el sexto dogma: «En el área de la sexualidad, creemos que las actitudes intolerantes, cultivadas a menudo por las religiones ortodoxas y las culturas puritanas, reprimen indebidamente la conducta sexual. Debe reconocerse el derecho al control de la natalidad, aborto y divorcio. Aunque no aprobamos la explotación y las formas denigrantes de expresiones sexuales, tampoco deseamos prohibir por ley o por sanciones sociales, el comportamiento sexual entre adultos que consienten. Las muchas variaciones de la exploración sexual no deben ser consideradas en sí como ‘malas’».
Entre la lista de los que firman y apoyan este documento humanista se encuentran nombres de personas muy bien conocidas, tales como los ya fallecidos Isaac Asimov un reconocido bioquímico y escritor de ciencia ficción; Andrey Sakharov de la Academia de Ciencia en la Unión Soviética; Joseph Fletcher, reconocido como padre y fundador de «las situaciones éticas»; Betty Friedan de la Organización Nacional de Mujeres; B.F. Skinnjer, profesor de psicología de la Universidad de Harvard y muchos más.
La Asociación Humanista Americana fue fundada en 1941 en Illinois como una organización sin ánimo de lucro, exenta de impuestos, concebida para propósitos educativos y religiosos. Según muchos de sus propios escritos al igual que artículos de revistas publicados a finales de la década de 1960 y comienzos de 1970, su agenda contenía dos componentes principales: el aborto y la eutanasia legalizada.
En su libro Responsabilidad moral - situaciones éticas trabajando, publicado por Westminster Press en 1967, Joseph Fletcher escribe en la página 34: «Todo depende de la situación... En algunas situaciones el amor entre personas no casadas podría ser infinitamente más moral que el amor entre parejas casadas. Mentir podría ser más cristiano que decir la verdad. Robar podría ser mejor que respetar la propiedad privada. Ninguna acción es buena o mala en sí misma. Depende de sí en determinada situación, le hace daño o ayuda a otras personas, si sirve o no a un propósito de amor, entendiendo el amor como un asunto personal».
De acuerdo con el humanismo secular, la situación ética es una filosofía que no tiene moral absoluta; lo correcto o incorrecto están determinados por la situación. Actos sexuales tales como adulterio, homosexualidad, promiscuidad, etc., pueden llegar a ser morales si el motivo que los impulsa es el amor, la preocupación por otros. De manera interesante, Joseph Fletcher recibió el premio como «Humanista del año» en 1974.
La teoría de la evolución y la enseñanza del humanismo secular han afectado profundamente el clima moral de todo el mundo occidental. Los valores morales tradicionales han sido atacados una y otra vez por los humanistas seculares y han llegado a alcanzar un alto grado de éxito en establecer sus puntos de vista en el campo de la política, educación, medios noticiosos y religión.
¿Qué es lo que hace que algo sea correcto o incorrecto? ¿Es bueno lo que se practica comúnmente? ¿Es algo bueno si no daña a nadie o malo si le causa sufrimiento a otra persona? ¿Es algo correcto porque la mayoría piensa que lo es? ¿Es incorrecto porque nosotros decidimos que lo es? ¿Debería nuestro sistema legal tener la autoridad para determinar lo que es correcto o incorrecto? ¿Qué valores morales gobiernan esas decisiones? ¿Gobierna la moralidad los principios y procesos de la ley, o es la ley la que establece la moralidad?
Las bases de la moralidad
Considere el impacto y significado de los mandamientos de Dios. En los primeros cuatro encontramos cuatro cosas básicas acerca del Creador. La moralidad se basa en su autoridad y en nuestra responsabilidad personal ante Él. Cuando la existencia y autoridad de Dios es removida de nuestra sociedad y sus decisiones, el resultado es confusión moral. Pero examinemos un poco mejor, lo que tenemos en los diez mandamientos:
1. LA UNICIDAD DE DIOS: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Ex. 20:3).
2. LA ADORACIÓN DE DIOS: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás...” (Ex. 20:4, 5).
3. EL HONRAR A DIOS: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano” (Ex. 20:7).
4. LA BENDICIÓN DE DIOS: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna... Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Ex. 20:8-11).
Los siguientes seis mandamientos protegen los derechos humanos básicos y urgen responsabilidades fundamentales a fin de establecer una sociedad justa y estable.
5. LA PROTECCIÓN DE LA FAMILIA: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Ex. 20:12).
6 LA PROTECCIÓN DE LA VIDA HUMANA: “No matarás” (Ex. 20:13).
7. LA PROTECCIÓN DEL MATRIMONIO: “No cometerás adulterio” (Ex. 20:14).
8. LA PROTECCIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA: “No hurtarás” (Ex. 20:15).
9. LA PROTECCIÓN DE LA VERDAD Y LA INTEGRIDAD: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Ex. 20:16).
10. LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS DE LOS INDIVIDUOS: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Ex. 20:17).
El décimo mandamiento trata con un serio problema humano, el deseo de tener lo que tienen los demás. La codicia se ha convertido en un cáncer moral que impregna nuestra cultura materialista. Efesios 5:5, dice refiriéndose al hombre codicioso: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios”.
Mucha de la propaganda moderna apela a la codicia en el corazón humano. De eso se valen las agencias de mercadeo para alcanzar sus metas y prioridades, de nuestro deseo de tener lo que otros tienen.
El apóstol Pablo dice refiriéndose a la ley de Dios en Romanos 7:12: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Y aseguró en Romanos 7:14 que la ley “es espiritual”, y nos recuerda que no hay nada malo en ella, que el problema está en nosotros, que somos «carnales, vendidos al pecado». Deseamos las cosas en nuestra forma y no nos gusta que nadie nos diga lo que tenemos que hacer, incluyendo al propio Dios.
La Biblia no enseña que los seres humanos tienen la capacidad para practicar lo correcto y evitar hacer lo incorrecto, sino que explica lo contrario. Leemos en Romanos 3:10-12: “…No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”.
¡Qué gran acusación! La Palabra de Dios enseña que no somos moralmente capaces de adoptar las decisiones correctas. Procede a decirnos que de acuerdo con el punto de vista Divino todo somos pecadores, inclinados a hacer el mal. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23). La ley de Dios nos condena: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Stg. 2:10). “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios” (Ro. 3:19).
La ley revela la justicia y normas morales de Dios y expone nuestros deseos pecaminosos y egoísmo. La Biblia proclama que necesitamos un Salvador. Uno que pueda perdonar nuestros pecados y hacer de nosotros lo que debemos ser. ¡Ese es el corazón del evangelio del Señor Jesucristo!
La catástrofe moral de nuestra sociedad clama por cosas absolutas. Aparte de la existencia y autoridad de Dios permanecemos en un mar de cosas relativas, balanceándonos por olas de indecisión y de opinión popular, sin dirección y sin esperanza. Necesitamos una reforma moral y un despertar espiritual. Necesitamos la ayuda y liberación de Dios. El Señor, en 2 Crónicas 7:14 le dio a la nación de Israel este remedio para su decadencia moral y espiritual: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
Este mensaje importante y crucial fue dado a la nación de Israel en un tiempo de crisis moral, cuando esperaba el ataque de una potencia extranjera, de Babilonia. El último capítulo del libro 2 de Crónicas registra la invasión de los babilonios bajo Nabucodonosor, un evento que resultó en la destrucción de Jerusalén y del templo construido por el rey Salomón. El pueblo judío fue llevado cautivo a Babilonia por 70 años y fue bajo el liderazgo de los persas que se les permitió regresar al territorio de Israel.
2 Crónicas 36:14-16 registra algunas de las razones para esta invasión y juicio de Dios: “También todos los principales sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones, y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén. Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio”.
Proverbios 14:34 declara: “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones”. El pueblo de Israel había agotado la paciencia de Dios, y Él les dio varias razones que causaron su catástrofe y decadencia moral.
1 Se habían olvidado de Dios
En 2 Crónicas 36:12, 13, leemos sobre el rey Sedequías: “E hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías, que le hablaba de parte de Jehová. Se rebeló asimismo contra Nabucodonosor, al cual había jurado por Dios; y endureció su cerviz, y obstinó su corazón para no volverse a Jehová el Dios de Israel”.
Una de las grandes razones para la catástrofe moral de nuestro tiempo, que nos afecta hoy, es que nos hemos olvidado del Señor. La humanidad actúa como si Dios no existiera ni tuviera poder para hacer algo por nosotros o en contra nuestra. ¡Cuánta necedad! ¡Y cuán maravillosa es la paciencia del Creador!
• Dice Deuteronomio 8:2: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios...” Y luego sigue diciendo el versículo 11: “Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy”.
• Y este es el juicio que pronuncia Deuteronomio 8:19: “Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis”.
2 Olvidaron los mandamientos de Dios
2 Crónicas 36:16 revela que la nación de Israel estaba en tal estado de decadencia espiritual que “hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas...” Debido a este rechazo a los siervos del Dios que proclamaban su Palabra, la Biblia dice “que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio”.
Proverbios 29:18 declara: “Sin profecía el pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado”. ¡Ese es nuestro problema! Como la humanidad ha rehusado aceptar la autoridad de Dios y su profecía, no hay restricciones para las acciones morales de la sociedad.
Los juicios de Dios caen sobre su pueblo, cuando ellos como grupo abandonan sus leyes y deciden gobernar sus propias vidas aparte de las normas santas y justas de su Creador. Incluso hasta las culturas paganas reconocen la importancia de los valores morales y espirituales. Aunque el concepto de lo que es correcto o incorrecto varía grandemente de cultura en cultura, es fascinante observar que a lo largo de la historia del mundo ha prevalecido el consenso general de que el valor moral de los Diez Mandamientos es crítico para la estabilidad y productividad de cualquier sociedad.
3 Siguiendo falsas creencias y prácticas pecaminosas
2 Crónicas 36:14 revela que “todos los principales sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones”. Después de enumerar un número de prácticas sexuales que no deberían permitirse entre el pueblo de Dios, el capítulo 18 de Levítico concluye con una advertencia en los versículos 29 y 30: “Porque cualquiera que hiciere alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren serán cortadas de entre su pueblo. Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios”.
Ochocientos años después que le fueran dadas estas palabras a la nación de Israel, el pueblo sufrió las consecuencias de haber cometido “todas las abominaciones de las naciones”. Fueron llevados cautivos a Babilonia y su ciudad y su templo fueron destruidos.
2 Crónicas 7:19-22 le da una advertencia al pueblo de Dios de las consecuencias que sufrirían por seguir a otros dioses y adorarlos. “Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis, yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos. Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso él ha traído todo este mal sobre ellos”.
El crecimiento del ocultismo, satanismo, humanismo secular, la Nueva Era, budismo y meditación trascendental, y ahora la Iglesia Emergente con sus creencias extrañas que son ajenas al verdadero cristianismo, dan testimonio del hecho que la humanidad está atrayendo la tragedia inevitable sobre ella misma. Están olvidándose públicamente de Dios, abandonando sus mandamientos y siguiendo toda clase de creencias falsas y prácticas pecaminosas.
La crisis real
La catástrofe moral es real. La pérdida de la moral y valores tradicionales en nuestra sociedad, aterra a todos esos que fueron criados en un ambiente muy diferente. La supervivencia de la familia, la unidad básica de la sociedad y la cultura, representa ahora un serio desafío para toda la humanidad.
No pretendo a través de este artículo tratar todos los grandes problemas morales de nuestro tiempo, sino llamar la atención de cada uno para que se arrepienta, para que abandone la indiferencia y se acerque más a Dios.
Es necesario que nos volvamos a la Biblia y abandonemos esa posición innecesaria de neutralidad. En el reino de los valores morales y tradicionales, la neutralidad conduce al desastre, una nación sin bases morales no puede defender ni su honor ni sus valores. ¡Debemos volvernos a Dios! Toda la decadencia moral y falta de valores morales que nos rodea, es una señal de los últimos días, ¡una señal eminente del pronto retorno de Cristo!