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Cronología de la Tribulación

Luego del evento conocido como el Rapto o el Arrebatamiento de la Iglesia, se desatará el periodo de la Tribulación, el cual está dividido en una serie de 21 juicios, todos los cuales tendrán lugar en orden cronológico, aunque las catástrofes que ocurrirán en cada uno de ellos, estén entremezcladas unas con otras.  El propósito principal para este tiempo de Tribulación es que Dios desea que las personas lo busquen y le acepten como Salvador.

El Señor usará este periodo para derramar su ira sobre un mundo perverso y para llevar a todo Israel de regreso a su territorio y que ellos puedan llegar al conocimiento de que Jesús es su Mesías.  Cada uno de los juicios está subdividido en uno de siete tipos:

1 - Los juicios de los sellos.

2 - Los juicios de las trompetas.

3.  Los juicios de las copas.

Cada juicio sucesivo sobre la tierra, será más terrible que el anterior.  Es un proceso gradual que comenzará lentamente e irá aumentando en frecuencia e intensidad, hasta que finalmente regrese el Señor Jesucristo con su Iglesia, tal como prometió en Mateo 24:22: Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”, y le ponga fin.

La destrucción de Rusia
La forma cómo el Anticristo, un maestro en diplomacia, conquistará al mundo, será ofreciéndole paz y prosperidad a la humanidad.  Tal parece que esto podrá lograrse si pone a un lado a Rusia y sus seguidores.  Los capítulos 38 y 39 de Ezequiel nos dicen que Rusia concebirá la idea de conquistar a Israel.  Justo en el momento en que se dispongan a hacerlo, Dios destruirá a esta nación en forma sobrenatural: En aquel tiempo, cuando venga Gog contra la tierra de Israel, dijo Jehová el Señor, subirá mi ira y mi enojo. Porque he hablado en mi celo, y en el fuego de mi ira: Que en aquel tiempo habrá gran temblor sobre la tierra de Israel; que los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo y toda serpiente que se arrastra sobre la tierra, y todos los hombres que están sobre la faz de la tierra, temblarán ante mi presencia; y se desmoronarán los montes, y los vallados caerán, y todo muro caerá a tierra. Y en todos mis montes llamaré contra él la espada, dice Jehová el Señor; la espada de cada cual será contra su hermano. Y yo litigaré contra él con pestilencia y con sangre; y haré llover sobre él, sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que están con él, impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuego y azufre. Y seré engrandecido y santificado, y seré conocido ante los ojos de muchas naciones; y sabrán que yo soy Jehová” (Ez. 38:18-23).

En medio del caos que causará esto, el Anticristo podría muy bien ofrecer paz al mundo entero a fin de evitar la guerra entre las naciones.  Pero... ¿En qué momento tendrá lugar la destrucción de Rusia?  Es imposible ser dogmático al responder esta pregunta.  Lo más factible es que ocurra antes de que comience la Tribulación, porque Israel pasará siete años quemando las armas, después que Dios haya traído destrucción sobre ellos: Y los moradores de las ciudades de Israel saldrán, y encenderán y quemarán armas, escudos, paveses, arcos y saetas, dardos de mano y lanzas; y los quemarán en el fuego por siete años. No traerán leña del campo, ni cortarán de los bosques, sino quemarán las armas en el fuego; y despojarán a sus despojadores, y robarán a los que les robaron, dice Jehová el Señor” (Ez. 39:9, 10).

¡Asimismo es imposible pensar que esto pueda tener lugar durante el milenio!  Por consiguiente, debe ocurrir o al principio de la Tribulación o antes. Incluso hay expositores de la Palabra de Dios que creen que el rapto podría ocurrir en medio de la destrucción de Rusia y que así la humanidad tal vez podría pensar que simplemente fuimos destruidos.  O bien que Rusia podría ser destruida antes del rapto de la Iglesia, porque como ya dijimos la profecía de Ezequiel asegura que Israel estará quemando las armas por siete años.  Como los judíos serán perseguidos por el Anticristo por los últimos tres años y medio de la tribulación, esto también sugiere que Rusia y sus aliados árabes bien podrían ser destruidos tres años y medio antes del principio de la Tribulación, porque es imposible que se estén escondiendo y al mismo tiempo quemando armas.

Según Daniel 9:27, a este evento le sigue la firma de un pacto de siete años entre Israel y sus enemigos: Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”.

El primer sello
El Anticristo, quien ya será un personaje importante, pero no se habrá revelado como tal, recibirá una herida mortal que se sanará milagrosamente, será entonces cuando Satanás vendrá a morar en él: Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia” (Ap. 13:3).  Debido a este “milagro” y a su gran carisma como líder y político, recibirá el apoyo de una confederación multinacional la cual bien podría ser la Unión Europea.

Simultáneamente con la manifestación del Anticristo y el inicio de su gobierno, en el cielo el Cordero comenzará a abrir los sellos.  La apertura del primer sello inicia el periodo de siete años durante los cuales el Anticristo cabalgará sobre un caballo blanco.  En el mundo antiguo, el caballo blanco era símbolo de conquista.  El arco es un emblema de su control sobre las armas de guerra.  La corona lo identifica como ese que finalmente será aceptado como rey del mundo.  Con el rompimiento del primer sello comienza su conquista de todos los reinos, lenguas y naciones: Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer” (Ap. 6:1, 2).

El Anticristo hará una alianza con el falso profeta y unidos implantarán un sistema mundial político, económico y religioso: Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? (Ap. 13:4).

El segundo sello
El propósito del segundo sello es quitar la paz de la tierra.  Obviamente cuando el Anticristo tome control del mundo, algunas naciones que no estarán conformes tratarán de evitar su dominio.  Pero, aunque intenten romper los grilletes será imposible.  Esto es evidente por la apertura del siguiente sello que propaga guerras sangrientas: Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada” (Ap. 6:4).

A la mitad de la Tribulación comenzarán a ocurrir muchas cosas en rápida sucesión.  A mediados de la septuagésima semana de Daniel, el Anticristo quebrantará el pacto con Israel. Hará que cese el sacrificio y la ofrenda en el lugar de adoración judío, y profanará el templo al entrar en el Lugar Santísimo y autoproclamarse Dios.  Este acto se conoce en la Escritura como “la abominación desoladora” (Dn. 9:27b).

El falso profeta construirá una imagen del Anticristo: Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase” (Ap. 13:14, 15).

El Anticristo blasfemará abiertamente de tres grupos: Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo” (Ap. 13:6).

Todos los habitantes del planeta serán marcados con el número, el nombre o la marca de este dictador mundial, ya sea en la mano derecha o la frente y quienes no acepten morirán de hambre o serán ejecutados: Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Ap. 13:16-18).

Después de la abominación desoladora comenzará una persecución encarnizada en contra de los judíos, quienes huirán al desierto ocultándose de la ira del Anticristo: Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días” (Ap. 12:6).

El tercer sello
La apertura del tercer sello trae consigo la guerra acompañada del hambre.  Este tercer jinete simboliza a una gran hambruna que tendrá lugar, probablemente como resultado de las guerras producidas por el segundo jinete. La comida escaseará, pero los lujos tales como el vino y el aceite aún estarán disponibles. Habrá un colapso económico global.  Una hambre en una escala nunca antes vista en la historia de la humanidad.

A lo largo de la existencia, el hambre siempre ha sido una compañera constante de la guerra, pero el jinete del caballo negro presenta una clase diferente de hambre.  Es de alcance global: Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino” (Ap. 6:5, 6).

El cuarto sello
El cuarto sello introduce al cuarto jinete, símbolo de la muerte y devastación.  Parece ser una combinación de los jinetes previos.  Traerá más guerra y terribles hambrunas junto con terribles plagas y enfermedades. Lo que es más asombroso, o quizá terrorífico, es que los cuatro jinetes del Apocalipsis, sólo son “precursores” de juicios aún peores que ocurrirán posteriormente en la Tribulación y que están detallados en los capítulos 8, 9 y 16 de Apocalipsis.

Este otro jinete tiene la horrorosa misión de desatar el mismo infierno sobre la tierra.  Tiene autoridad para matar a un cuarto de la humanidad.  En el término de unos pocos meses millones de hombres y mujeres morirán, unos por las guerras y las pestes, otros por las catástrofes, inanición, y muchos sucumbirán como mártires de la fe víctimas de la persecución que el Anticristo emprenderá contra toda oposición: Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra” (Ap. 6:7, 8). Su recorrido se extiende a todo lo largo de la Tribulación.  Durante su permanencia se le entregan armas especiales con las cuales trabajar:

1 La “espada” o las armas militares.

2 El “hambre” o la inanición.

4 “Mortandad” o pestes, con enfermedades epidémicas incurables.

“Las fieras de la tierra”.  Hay dos formas de interpretar este pasaje y ambas son literales.  Una, son las bestias salvajes que atacarán a los seres humanos, pero también se puede tratar de organismos vivos, de bacterias.

                           Continuará...

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¿Por qué tiene que haber un rapto?

¿Por qué Dios ha planeado la remoción de la Iglesia de la Tierra?  Si el Señor Jesucristo va a retornar para establecer su Reino, lo cual ciertamente será una realidad, ¿por qué simplemente no regresa, resucita los cuerpos de los justos muertos, arrebata a los creyentes vivos y continúa con todo a partir de este punto? ¿Por qué ascenderá al cielo con todos para luego regresar con los justos, muertos y vivos, cuando todo lo que tendría que hacer es resucitar a todos los creyentes a su Segunda Venida?

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Cuando nos preguntamos cuánto nos costará la salvación

Siempre insistimos que la salvación del pecador ya ha sido pagada, de modo que cuando nos preguntamos cuánto nos costará la salvación la respuesta correcta sería... NADA.  Pero no todo es así, porque ciertamente hay un “costo”.  Por ejemplo, el pecador, en primer lugar, debe detener el paso en su alocada carrera, y esto para algunos es muy costoso.  Debe también oír o leer la palabra de Dios, porque de lo contrario nunca sabrá acerca de la salvación.  Luego, lo que es muy difícil, el pecador debe humillarse de corazón, reconociéndose culpable y perdido delante de Dios.

Más adelante, debe despojarse de todo intento propio de salvación, como ser la religión, el sacrificio propio, las buenas obras, etc...  Debe reconocer que Dios no quiere ninguna “ayuda para la salvación”, porque, tal como un cadáver que debe volver a la vida, no puede ofrecer ni la menor ayuda, todo lo hace el Señor.

¿Recuerda al Señor frente a la tumba de Lázaro, allá en Juan 11?  El cuerpo de este caballero estaba en la tumba ya por cuatro días, tanto que Marta, su hermana, había dicho que se había comenzado a descomponer. Pero cuando el Señor le ordenó que saliera, cuando el Señor intervino, ese cuerpo muerto inmediatamente entró en vida y comenzó a caminar, dejando esa tumba fría vacía.

De la misma manera el pecador, es, espiritualmente un cadáver.  También se encuentra tendido en su propia tumba, que pudiera ser la tumba de la indiferencia, la tumba de sus vicios, la tumba de la religión, la tumba de su tradición familiar, la tumba de su cultura o profesión, etc...  Todo esto hay que dejar a un lado por un momento y colocar en primer lugar la invitación del Salvador.

Usted dirá... bueno, pero un cadáver no puede oír la voz, aunque se trate de la voz de Dios.  Así es, pero bien sabe usted que los que ya fueron resucitados sí, la oyeron.  Y en el caso del pecador, muerto espiritualmente, en la tumba de su propio cuerpo, más de una vez habrá oído las palabras... «Alberto, ven fuera; Mariano, ven fuera; Santiago, ven fuera».  Pero no, nada, ese Alberto, Mariano y Santiago, continúan inmóviles, en el sepulcro de una completa indiferencia en un cuerpo que, más tarde o temprano también morirá.  ¿Acaso cuando una persona oye el Evangelio no es el mandato del Señor, diciéndole... ven fuera?  Por supuesto que sí.  Jesús fue claro cuando dijo: “El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (Mt. 10:40).

Muchas veces siendo ya cristianos, también tenemos ciertas cuotas que abonar, si queremos una vida de victoria.  De nuevo, la soberbia, la codicia, los celos (especialmente de que alguien tenga más que uno, sea más capaz u ocupe un puesto más alto y perciba un mejor salario...).  La lucha no termina. El costo sí, existe.  No para ser salvo, sino que la misma vida nueva que tenemos en Cristo, nos exige una conducta más allá de lo que estaríamos dispuesto a rendir.  Para muchos cristianos, el persistir, es decir, la constancia, la permanencia en su puesto de “centinela”, es algo que no puede aceptar.  Muchos cristianos tienen muy buenos planes, buenos deseos, pero nunca logran nada, porque comienzan y luego abandonan.  ¡No quieren pagar la cuota que nunca llega a “0”!

Bien dice Job: “¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra, y sus días como los días del jornalero?” (Job 7:1).  Dicho en otras palabras, la vida del hombre, especialmente la del cristiano, es una lucha diaria, sin tregua.  Si no fuera así, volveríamos a ser tan mundanos como el peor de ellos.  El dolor, el sufrimiento, el tener que estar en guardia, siempre alerta, es muy saludable para disfrutar de salud emocional y espiritual.  Entonces... ¿Cuánto le cuesta la Salvación?  Nada, pero el andar en la nueva vida, sí, le cuesta bastante dolor, lágrimas, sumisión y dependencia del Señor.

Si todavía no recibió a Jesucristo como su Salvador, usted está completamente desprotegido, no me cree, pero eso es.  Hable con el mismo Salvador diciéndole que desea ser Salvo, y Él le mostrará cómo el pecador, como usted, puede salvarse.

Ni sus buenas obras, ni su religión, ni nada de lo que haga, le salvará jamás, porque el Señor Jesucristo es quien lo amó a usted y desea salvarle.

El peligro de posponer, no es únicamente la seria posibilidad de caer en algún laberinto de herejías, sino que su corazón puede endurecerse a tal punto, que nadie podrá convencerlo de su necesidad.

Tanto el cielo como el infierno son lugares reales.  Si alguien le dijo lo contrario, lo ha engañado.  Si usted muere sin haberse reconciliado con Dios, no tendrá ya oportunidad para ser salvo.

No importa cuán brutalmente pecador sea usted, ¡el Señor le perdonará todos sus pecados y le recibirá como su hijo! 

Él dice: “...y al que a mí viene, no le echo fuera” (Jn. 6:37b).

¡Anímese y reciba por la fe el maravilloso don de la salvación que el Señor le ofrece en este mismo momento!

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La Gracia Divina

La plenitud de la gracia de Dios está más allá de la apreciación, comprensión o pleno conocimiento humano.  Las riquezas de su bondad no pueden ser expresadas o descritas por lengua mortal.  Sólo podemos intentar definirla y nuestros mejores esfuerzos son una débil aproximación.  Es posible admirar la belleza de la gracia divina, pero realmente no podemos explorar su profundidad.  En el mejor de los casos, lo único que nos queda por hacer es permanecer mudos en temor reverente ante lo que vemos, y exclamar como el apóstol Pablo: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Ro. 11:33-36).

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¿Todavía sigue creyendo en todo cuanto tiene que ver con el cielo y el infierno?

Poco a poco van quedando menos del lado de cuantos han de participar del arrebatamiento de todos los redimidos, tanto los que ya murieron, como aquellos que para ese momento estarán aún en sus cuerpos: He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados (1 Co. 15:51, 52).

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¡La metamorfosis del cristiano!

La palabra metamorfosis se origina del vocablo griego «metamórfosi», que se refiere a «cambio»: Es la transformación que experimentan muchos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta no sólo en la variación de forma, sino también en sus funciones y en el género de vida: cuando las orugas se convierten en mariposas.  Pero, ¿qué tenemos en común los cristianos con la oruga y la mariposa?

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La Buena Conducta no es el medio de Salvación

¿Es usted una persona muy religiosa?  ¿Se conduce muy bien con su familia, es fiel a su cónyuge, paga todos sus impuestos, paga sus cuentas al día, nunca dice palabras groseras, es un ciudadano ejemplar y respetado, ayuda a los pobres, suele orar siempre, a veces ayuna cuando tiene una gran preocupación o grave problema y no se pierde un solo domingo sin asistir al servicio en el templo?  Es probable que también tiene por norma repartir parte de lo que tiene a los pobres y suele ayudar a los niños desamparados y a muchos ancianos necesitados.  Todo esto y mucho más son las cosas que, en cierto modo, adornan su carácter y su persona intachable.  Muchos en realidad le admiran por su manera tan prolija de vivir y su consagración desinteresada en bien de sus semejantes.  Por otra parte, cuando alguien le pregunta por qué es como es y cómo puede lograrlo, usted exhibe sus credenciales de religioso que realmente cumple con lo que ésta le prescribe.  Su ministro o sacerdote está orgulloso de su ejemplar conducta.  Su familia se siente bien a su lado.  Sus conocidos y vecinos no dejan de admirarlo.

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Necesitamos arrepentirnos

El arrepentimiento y la fe son como “las dos caras de una misma moneda”. Es imposible depositar nuestra confianza en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador, sin antes cambiar nuestra mentalidad respecto a quién es Él, y lo que hizo por nosotros.  Dios Padre requería desde mucho antes de enviar a su Hijo, que lo recibiéramos por fe en nuestro corazón, como Señor y Salvador y nos arrepintiéramos de nuestros pecados, incluso hasta a las naciones gentiles les ofreció la oportunidad de cambiar.

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