George Wagner
- Fecha de publicación: Lunes, 06 Abril 2020, 11:11 horas
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“Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él” (2 Tim. 2:11)
La historia de George Wagner de Emmerich llamó mucho nuestra atención, porque a pesar de ser un hombre obstinado, era muy querido por quienes lo conocieron. Fue encarcelado por rechazar las creencias papistas habituales sobre las indulgencias y la transubstanciación. Desafortunadamente, es muy poca la información que se puede encontrar con respecto a él, a excepción de la que está registrada en el libro publicado en inglés Martyrs Mirror - El Espejo de los Mártires o Escenario Sangriento. Este libro fue escrito por Thieleman J. van Braght, y fue publicado en 1660 en neerlandés. Documenta las declaraciones de fe, historias y testimonios, de los mártires cristianos, especialmente de los anabaptistas pacifistas.
Recopila el escenario sangriento, el espejo de los mártires cristianos indefensos, bautizados sólo bajo confesión de fe, quienes sufrieron y murieron por dar testimonio de Jesús, su Salvador, desde la época del Señor Jesucristo hasta el año 1660. La palabra “indefensos” se refiere en este caso, al compromiso de los anabaptistas pacifistas de no recurrir jamás a la violencia.
El libro relata los muchos esfuerzos persuasivos llevados a cabo por las autoridades por tratar de cambiar la opinión de Wagner. El principal mandatario de esa época en esa región, le suplicó. Su familia fue llevada a la prisión para intentar que cambiara de opinión, pero fue imposible.
George Wagner, nació en Emmerich, Alemania. Y como otros tantos, antes que él, fue uno de los primeros anabaptistas en sufrir el martirio de manos de la iglesia católica. Fue martirizado y muerto el 14 de diciembre de 1527. Murió declarando y ratificando que la misa católica no era una ordenanza bíblica y que se trataba de una ceremonia falsa.
Las creencias básicas de los anabautistas eran las mismas de la Reforma, con la excepción que sólo bautizaban a creyentes que podían discernir, y rebautizaban a los que habían recibido ese sacramento cuando eran niños, de ahí el nombre de anabautistas o rebautizadores. George Wagner, de Emmerich, fue detenido en Munich, Alemania por haber negado cuatro de los artículos de la fe católica.
- En primer lugar rechazó que los sacerdotes estuvieran facultados para perdonar los pecados.
- Declaró que era imposible que un hombre pudiera hacer descender a Dios desde el cielo.
- Aseguró que no creía que el cuerpo del Señor Jesucristo estuviese contenido físicamente en la hostia, sino que simplemente se trataba de un simple pedazo de pan.
- Y finalmente negó la creencia de que el bautismo con agua poseía algún poder salvador.
Lo que citaremos a continuación está registrado así, en el Espejo de los Mártires: “Como estaba plenamente determinado a no retractarse de nada de lo que había dicho, y luego de haber sido cruelmente atormentado, el príncipe gobernante que lo conocía, sintió una gran compasión por él, y personalmente acudió a la prisión y lo amonestó sinceramente, prometiéndole que lo llamaría su amigo de toda su vida, si rectificaba lo que había dicho. Así, también el tutor del gobernante le advirtió sinceramente que se retractara y le hizo muchas promesas. Finalmente, su esposa y su hijo fueron llevados ante él a prisión, para que de esta manera, se conmoviera y cambiara su opinión, pero tampoco pudo ser movido de esta forma; porque dijo que aunque su esposa y su hijo eran muy queridos por él, que ni el príncipe con todo su dominio, podía obligarlo, porque no abandonaría a su Dios y Señor. Muchos sacerdotes y otros conocidos también acudieron a él para persuadirlo; pero él fue firme e inamovible en lo que Dios le había dado a conocer. Por lo tanto, finalmente fue sentenciado al fuego y la muerte’.
“Después de haber sido entregado en manos del verdugo y conducido al centro de la ciudad, dijo: ‘¡Hoy confesaré a mi Dios ante todo el mundo!’. Era tanto el gozo que tenía en Cristo Jesús, que su rostro no palideció, ni sus ojos mostraron miedo, sino que caminó sonriendo hacia el lugar donde se había colocado la pira en que sería sacrificado. Llegó junto al verdugo quien le ató a la escalera y amarró una pequeña bolsa de pólvora en su cuello, a lo cual dijo: ‘Hágalo en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo’. Y después de despedirse sonriente de un cristiano que estaba allí, el verdugo lo arrojó al fuego, y felizmente ofreció su espíritu, el octavo día de febrero de 1527. Sin embargo, el sheriff, quien se llamaba Eisenreich von Landsberg, mientras regresaba a casa desde el lugar de la ejecución, viajando a caballo, con el propósito de detener a otros hermanos, murió repentinamente en la noche y fue encontrado muerto en su cama por la mañana, luego de haber sido removido por la ira de Dios”.
“¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía... ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento?” (Is. 10:1,3).