¿Cuánto sabe usted de estos dos hermanos?
Ellos son Caín y Abel
¿Cuántas religiones supone que hay en el mundo? ¿Puede hacer una lista de ellas? ¿Se sorprendería si le dijera lo fácil que es hacerlo? Sí, ¡sencillísimo! Actualmente hay solamente dos religiones en todo el mundo. Estamos examinando lo que hace la religión con el problema más básico del hombre, el pecado, y sobre la pregunta de cómo el hombre puede obtener el perdón de sus pecados y la vida eterna.
Aunque hay muchos nombres diferentes, y muchas prácticas religiosas distintas, hay sólo dos religiones básicas. Una religión es la de Caín y la otra la de Abel, y ellas se encuentran en Génesis 4:2-7: “Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.
Génesis es el libro de los principios, y aquí encontramos los comienzos de todas las religiones del mundo, en Caín y en Abel. La religión de Caín es la religión de las obras, y la de Abel es la de la fe en un sacrificio, un Sustituto. No hay otras. Tanto si cree como Caín o como Abel. Pensemos en cada una de ellas, y veamos si usted es como Caín o como Abel.
La religión de Caín
Primero pensaremos en Caín. Génesis 4:3 dice que él llevó el fruto de la tierra al Señor, es decir, los resultados de su ardua labor como hortelano: “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová”. Debemos admitir que Caín no era un hombre perezoso, ¡él trabajaba, con el sudor de su frente! En Génesis 3:19, Dios dijo que el hombre obtendría el fruto de la tierra trabajando duro: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”. Esto fue exactamente lo que hizo Caín. Trabajó duro, volvió cansado de sus labores, pero al final obtuvo los frutos de su trabajo y los presentó al SEÑOR en un altar.
Pero había un problema. Lo que Caín ofrendó a Dios no fue el precio de ninguna muerte. No había ningún animal que matar ni sangre derramada, ninguna vida entregada. Lo que Caín había ofrecido era un sacrificio sin sangre. De esta manera, Caín no estaba viendo la seriedad de la culpabilidad de su condición de pecador. Estaba dando a entender que el pecado no es tan serio como para tener por consecuencia la muerte. Es decir, que él no creía que era necesario el derramamiento de una vida. El presentó lo mejor de su propio trabajo, pensando que… «Si hago lo mejor que pueda, Dios lo aceptará».
Hay mucha gente como Caín en el mundo. Es muy común oír a la gente decir que cree que Dios le aceptará si hace todo lo mejor que pueda. Muchos piensan que está bien tener sus propias ideas sobre cómo llegar a Dios y al cielo, como lo hizo Caín. ¿Usted qué piensa? ¿Cree que es suficiente ser sincero y hacer lo mejor que pueda? Podría decir: «Después de todo, si hacemos lo mejor que podemos, ¿quién puede pedir más?» Dios puede pedir más, porque Él es perfecto. ¿Piensa que le ayudará el darle la vuelta a la página, esto es, arrepintiéndose y perfeccionando su vida? Usted puede decir «borrón y cuenta nueva», pero si Dios no lo ha borrado no será olvidado ni pasado por alto. A lo mejor usted es como esas personas que dicen que han limpiado sus vidas, o se han inscrito en una Iglesia o comunidad religiosa, o están siguiendo ciertas reglas para ser mejores personas. Caín también hizo lo mejor que pudo.
Pero el pobre Caín tuvo que descubrir lo que otros, tal vez usted también, tendrán que descubrir. Dios no acepta al hombre, aunque él haga lo mejor que pueda. La gente todavía trata de alcanzar a Dios a través de las religiones de los hombres, religiones como la de Caín, religiones de obras. Sus prácticas pueden ser diferentes, siguen diferentes reglas, pero sus ideas y enseñanzas contemplan la misma manera de ser aceptados por Dios, obras. Por eso, todas las religiones del mundo son muchas variedades de la misma religión.
La religión de Abel
La religión de Abel es la religión de la sustitución. Un cordero fue sacrificado y puesto sobre el altar para Dios. La sangre brotó, un cordero tuvo que morir y ser ofrecido en lugar de Abel. Dios dijo que había hecho “bien” y lo aceptó. «Caín ofreció el sudor de su frente, pero este sudor no podía sustituir la sangre, del cordero», dijo alguien. Es verdad, Abel ofreció una vida en lugar de la suya propia. Él sabía que el pecado era una cosa seria, y que sólo la muerte podía pagar por esto. ¿Cómo lo sabía?
Lea los primeros 7 versículos del capítulo 4 de Génesis otra vez, y recuerde que el Señor mató el primer animal en Génesis 3:21, para cubrir al hombre después de haber pecado: “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”. Creemos que Dios les enseñó la manera correcta de sacrificar. Abel creyó lo que Dios había dicho, y en su fe ofreció mejor sacrificio que Caín, quien no creyó, pero trató de ir a Dios por su propio camino.
Desde Caín, los hombres han estado intentando ir a Dios por sus propios medios, tratando de encontrar el mejor camino para llegar al Cielo.
Abel creyó a Dios, y ofreció un mejor sacrificio que Caín. Esto es lo que Hebreos 11:4 nos enseña: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”.
Todas las ofrendas no son iguales, aun cuando sean hechas sinceramente. Dios rechazó a Caín y aceptó a Abel, porque en la ofrenda de Abel hubo Fe, creyó en lo que Dios había dicho, y Obediencia, hizo lo que Dios dijo, lo cual probó que lo había creído realmente. Lo más importante es que la ofrenda de Abel era una figura del gran ofrecimiento que el Señor Jesucristo haría un día en el futuro, en la cruz, dando Su vida como el Sustituto de todos nosotros.
Dios aceptó a Abel a causa de su cordero, que le sustituyó. Y esto nos ilustra perfectamente cómo Dios puede aceptarnos, no por obras nuestras, sino por medio de un Sustituto. En Juan 1:29 el Señor Jesucristo es llamado “el Cordero de Dios”. Él es el Cordero de Dios, el Sustituto perfecto, que quita el pecado del mundo.
Entonces, ¿qué debe hacer si realmente quiere ser salvo? No siga las religiones del hombre ni sus antiguas doctrinas. No vaya en pos de los razonamientos humanos. Ninguna de estas cosas le llevará a la vida eterna. Recuerde: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Pr. 14:12).
No confíe en sus buenas obras o acciones religiosas. Crea en las buenas noticias de Dios, el Evangelio, que Jesucristo murió por sus pecados, fue sepultado, y resucitó al tercer día.
Confíe solamente en Jesucristo, Él es el único que puede salvarle. No hay otro Mediador, ningún otro puede estar entre Dios y usted. El Señor Jesús es el Cordero de Dios, quien se sacrificó a sí mismo para pagar por sus pecados. El sacrificio de Abel fue una clase de figura de lo que Cristo haría. El sacrificio de Abel era sólo por fe. La fe cree en la Palabra de Dios, y confía en el sacrificio que Dios ha establecido, y este sacrificio es el Señor Jesucristo.
¿Qué religión es la suya? ¿La de Caín o la de Abel? ¿Dice su religión: «Haz esto, haz lo otro, y serás salvo (a lo mejor)», o dice “CONSUMADO ES”? No confíe en su religión o en sus obras por mucho tiempo, o acabará rechazado como Caín. Más bien rechace estas cosas y confíe plenamente en el Señor Jesucristo y en lo que él hizo “una vez por todas” en la cruz por usted. ¡Será verdaderamente salvo!
Dios perdonará sus pecados y le dará vida eterna ahora mismo, si se arrepiente de ellos y viene a Él por Jesucristo: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 P. 1:18, 19).