Después de terminar la escuela secundaria, Haralan Popov abandonó su villa en Bulgaria y fue a la ciudad de Ruse en busca de trabajo. Allí vivía en una habitación diminuta con Christo, un amigo de su villa. Una tarde, Christo lo invitó a una iglesia bautista, a pesar de que sabía que su amigo era un ateo convencido. Haralan quedó impresionado por la hermosa música y la inteligencia del predicador. Todo lo que podía pensar cuando regresó a casa esa noche, era: “¿Realmente hay un Dios?”. Para ayudar a su compañero a encontrar la respuesta Christo le presentó a Petroff, un cristiano, quien cuando le explicó lo que significaba el Señor Jesucristo para él, su rostro parecía reflejar el amor Divino, llegando a ser obvio para Haralan que Dios sí existía.
Leer más ...