La gran ramera
- Fecha de publicación: Miércoles, 09 Abril 2014, 03:10 horas
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El capítulo 17 de Apocalipsis nos presenta una escena bien perturbadora, y así es como comienza diciendo el apóstol Juan: “Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación” (Ap. 17:1, 2). Este ángel portaba consigo una de las copas del juicio.
Luego a continuación, Juan comienza a describir la apariencia física de esta mujer: “Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro” (Ap. 17:3-6).
Juan dice que la Gran Ramera lleva un nombre escrito en su frente, y que es “un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. La mujer está vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas. Sostiene una copa de oro en su mano, llena con todas las cosas abominables y con la inmundicia de sus adulterios.
En cuanto a sus acciones, ella adultera con los reyes de la tierra, e intoxica a sus habitantes con el vino de sus infidelidades. Cabalga sobre una bestia escarlata con siete cabezas y diez cuernos, cubierta con nombres blasfemos y está sentada sobre muchas aguas, ebria con la sangre de los santos que proclaman a Jesús.
Encuesta
Cada mes el ministerio cristiano en Estados Unidos Lion and the Lamb - León y el Cordero, lleva a cabo encuestas por Internet sobre temas relacionados con la profecía bíblica. Y éste fue el resultado sobre un tópico colocado recientemente, titulado «¿Quién o qué es la Gran Ramera del capítulo 17 de Apocalipsis?». El propósito de la pregunta fue determinar, cuál era el punto de vista de las personas, sobre la identidad de la mujer mencionada en el versículo 5 del capítulo 17 de Apocalipsis, a la que se le llama “Misterio”. Los resultados de esta encuesta fueron como sigue:
• 1% Dijo que era una mujer que todavía no se ha revelado
• 52%, que era la iglesia apóstata
• 28%, una religión mundial
• 2%, el islam
• 9%, la nueva ciudad de Babilonia
• 1%, las Naciones Unidas
• 2%, el humanismo
• 0%, Hollywood, y
• 5% ninguna de las anteriores
Afortunadamente para quienes leemos el libro de Apocalipsis, el ángel con la copa le explica a Juan lo que está viendo, sin embargo su descripción sobre la ramera es casi tan misteriosa como la propia escena, partiendo de su nombre “misterio”. No obstante, quienes estudiamos la palabra profética podemos examinar la estructura de las profecías contenidas en la Escritura, para discernir qué o quién es esta misteriosa mujer.
A continuación vamos a considerar las diversas posibilidades respecto a su identidad...
Una mujer
1. No, la gran ramera no es una mujer que todavía no se ha revelado. Esto es claro, porque cuando se presentó, el ángel le dijo a Juan, que le mostraría “...la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas” (Ap. 17:1). Una persona no puede sentarse sobre muchas aguas, porque dice Apocalipsis 17:15: “Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”.
2. El ángel sigue diciendo: “Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (Ap. 17:18). En la Biblia, las ciudades se usan a menudo para representar grupos de personas, imperios o sistemas. Pero nunca a personas en particular como gobernantes, políticos o mujeres famosas, así que ninguna mujer en particular se ajusta a esta profecía.
Las Naciones Unidas o la Unión Europea
La gran ramera no es las Naciones Unidas, ni la Unión Europea. La Biblia nos dice que la Bestia es el futuro líder mundial que recibirá poder para gobernar a diez líderes futuros quienes controlarán la tierra, tal como dijo el ángel: “Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia” (Ap. 17:12, 13).
Mientras el Anticristo y los diez reyes harán guerra contra el Señor Jesucristo y ciertamente asesinarán a muchos de sus seguidores, ellos odiarán a la gran ramera, porque Dios pondrá eso en sus corazones, para que participen de su destrucción. “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes... Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios” (Ap. 17:14a, 16, 17).
Hollywood
La gran ramera no es Hollywood. Aunque Hollywood ciertamente arroja su licenciosa basura sobre la humanidad, quien la bebe con avidez, no puede ser acusada por el asesinato en masa de los creyentes en Cristo, al menos no físicamente.
Babilonia
La gran ramera tampoco será una nueva ciudad reconstruida llamada Babilonia. Babilonia ciertamente fue una gran metrópolis, tal como declara el versículo 18, pero es una población maldita, que nunca más será reconstruida. Isaías deja claro que Babilonia nunca más será habitada. “Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz... Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación; ni levantará allí tienda el árabe, ni pastores tendrán allí majada” (Is. 13:1, 20).
En conformidad con lo dicho por el profeta, Babilonia fue conquistada por los medos y luego comenzó un largo período de decadencia que finalmente conllevó al abandono de la ciudad, la que finalmente quedó reducida al lugar descrito en la profecía. En la época del Señor Jesucristo, un testigo informó que la ciudad no era sino «montículos de piedras y ruinas». Incluso, ni siquiera Saddam Hussein fue capaz de reconstruirla, dejándola reducida a un insignificante lugar turístico. Pero entonces, si es así, ¿por qué se le llama “Babilonia la Grande”? Porque Babilonia siempre ha sido considerada como el lugar de origen del diabólico culto espiritual que tendrá una presencia dominante durante la tribulación.
El islam
La gran ramera, tampoco es el islam. En la Escritura, las mujeres a menudo simbolizan sistemas religiosos, y el islam ciertamente es un sistema religioso. Ha sido el causante del sangriento martirio de incontables cristianos en sus casi 1.400 años de existencia. Pero para el tiempo de la tribulación, el islam sólo será un falso sistema religioso que será eliminado. Las batallas de los países musulmanes contra Israel, profetizadas en el Salmo 83 y en los capítulos 38 y 39 de Ezequiel, ocasionarán la desaparición del islam como una potencia.
Pero entonces... ¿Qué o quién es la gran ramera?
Como en la Escritura las mujeres simbolizan sistemas religiosos, entonces la gran ramera es verdaderamente un sistema religioso. Los tres sistemas restantes en la encuesta son la iglesia apóstata, una gran religión mundial y el humanismo - cuyo dogma central es la adoración del yo.
En cuanto a cuál sistema religioso es la gran ramera, esto puede ser interpretado por el lugar donde ella se sienta. El texto bíblico dice que está sentada sobre cuatro lugares: la bestia - es decir el Anticristo, siete colinas, siete reyes y encima de las naciones y las personas del mundo.
La iglesia apóstata
La mayoría de los votantes, en total un 47% votaron por la iglesia apóstata. Y permítame decirle, bien pueden estar en lo correcto, si nos basamos en la referencia en Apocalipsis 17:9, que dice: “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer”. Las dos ciudades principales en el mundo que descansan sobre siete colinas son Roma y Estambul, la que en el pasado fue llamada Constantinopla por el emperador romano Constantino. Ambas fueron centros del gobierno del imperio romano en diferentes períodos de la historia. Sin embargo, tenemos que descartar a Estambul, porque para el tiempo en que Juan redactó el Apocalipsis, Roma era la ciudad dominante del mundo conocido, y si hubiera sido Estambul, Juan la habría reconocido como tal para evitar confusión. Además, Estambul ya no tendrá ninguna prominencia en el futuro, porque tal como se mencionó anteriormente para entonces el islam habrá sido prácticamente eliminado como sistema religioso mundial. Es claro que Juan se está refiriendo a Roma como la ciudad de las siete colinas. Roma es el corazón del imperio romano revivido, el cual el mundo de hoy está viendo emerger en medio de la Unión Europea.
En Roma también se encuentra el Vaticano, que es la sede de la autoridad papal católica romana. Este dominio, tal como declara el versículo 15b se extiende sobre “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. A lo largo de su historia, la iglesia católico romana ha derramado la sangre de incontables creyentes protestantes, igualmente sus cruzados y sus inquisidores asesinaron a cientos de miles de personas.
Además, después del Rapto la única iglesia que quedará serán los seguidores apóstatas de Cristo, quienes tal como declara 2 Timoteo 3:5 “...tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella...” Aunque debo admitir que hay creyentes verdaderos entre la iglesia católica que serán arrebatados en el rapto como parte de la Esposa de Cristo, su estructura herética global seguirá existiendo durante la primera mitad de la tribulación para darle el crédito y apoyo a las otras confesiones liberales apóstatas que queden en el mundo. Después del rapto el Vaticano será la bandera universalista a la que se unirán todos los creyentes de nombre.
Una religión mundial
El segundo grupo más grande de votantes, el 28%, cree que la gran ramera será una religión mundial. Estos votantes podrían estar en lo correcto, si se basan en el hecho que está sentada sobre siete reyes, tal como dice Apocalipsis 17:9 y 10: “…Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído”. Cinco de estos reyes cayeron en el tiempo de Juan, por lo tanto el gobierno de ellos debió ser fundamental con relación a Israel. Juan dice que el sexto “uno es”, así que es muy probable que se estuviera refiriendo a César. El séptimo rey que “aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo” es el Anticristo, llamado así en 1 Juan 2:18.
Sigue diciendo el ángel en Apocalipsis 17:11: “La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”. Esta bestia sólo puede ser el mismo Satanás ejerciendo su autoridad a través de estos siete gobernantes humanos a lo largo de la historia, ya que no habrá más reyes una vez que el Señor Jesucristo establezca su Reino Milenial. El gobierno de estos reyes se extiende por un período mucho más prolongado que los dos mil años de existencia de la iglesia y cubre a todas las personas del mundo.
El humanismo
Sólo una pequeña minoría, el 2% votó por la idea de que el humanismo en todos sus sabores, tal como dogma cultural moderno, pero particularmente secular, será la religión de la primera parte de la tribulación. Varios eruditos respetables creen que será así, porque toda religión falsa se origina de la creencia del hombre en la mentira de Satanás, desde el huerto del Edén, cuando dijo: “...Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gn. 3:5).
Todas las expresiones de adoración a alguien o algo diferente a Dios, son rebelión abierta contra Él. Por lo tanto, cuando se coloca al ser humano como el centro de toda la creación, nos estamos adorando a nosotros mismos, y eso es exactamente el humanismo, el considerar a la humanidad por encima de su Creador.
El Antiguo Testamento está colmado con declaraciones del Señor sobre lo mucho que odia la prostitución espiritual. Él castigó a Israel una y otra vez, por correr en pos de dioses extranjeros en rebelión. Así se trate de una forma apóstata de lo que Él quiere en realidad, o de una desviación de todas las normas que ha establecido para la adoración - es rebelión abierta del hombre, mucho más si se adora a sí mismo.
A mediados de la tribulación, cuando Satanás more en el Anticristo, cualquiera sea el sabor humanista ególatra que estén siguiendo las personas, dejará de existir. El Anticristo, el falso profeta, y los diez gobernantes se asegurarán de tomar la gran prostituta de los derechos humanos y de prostitución espiritual y la institución que la apoya y “...la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego” (Ap. 17:16b). Durante los tres años y medio finales de la tribulación, sólo se permitirá la adoración de Satanás a través de su “mesías” el Anticristo.
¡Alabado sea el Señor Jesucristo quien regresará a la conclusión de los siete años, condenará a la “bestia”a la destrucción eterna y establecerá Su reino de paz y justicia! Yo estoy de acuerdo con estos estudiosos de la profecía quienes creen que la perversa mujer descrita en el capítulo 17 de Apocalipsis simboliza la ciudad de Roma y su corrupto sistema espiritual. Creo que inicialmente este sistema será una amalgama de las religiones paganas del mundo, incluyendo a los protestantes apóstatas bajo el liderazgo de la Iglesia católica romana.
El segundo Concilio Ecuménico que se inició el 11 de octubre de 1962 en la Basílica de San Pedro en Roma, avivó el movimiento ecuménico y ayudó a pavimentar el camino para la aceptación de la unión de las diferentes religiones. El papa Juan XXIII presidió sobre el concilio. Según M. Basil Pennington, un prominente sacerdote católico, el Papa «Urgió a todos los cristianos... a actuar positivamente para preservar e incluso promover todo lo bueno de cada uno de los otros credos: tal como el hinduismo, budismo y otras religiones mundiales». A fin de llevar a cabo esta directiva inter-religiosa, el Concilio de Vaticano estableció el Secretariado para no Cristianos, el cual finalmente se le cambió el nombre por Secretariado para las Religiones Mundiales.
Durante la inauguración de este Concilio Juan XXIII dijo: «El amor al prójimo, que el cristianismo profesa como la regla de oro de la conducta moral - ‘Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas’ (Mt. 7:12), también forma parte del patrimonio doctrinal de otras grandes religiones del mundo.
Dios es Dios de amor y no de odio; es Dios de vida y no de muerte; es Dios de paz y no de guerra. El nombre del único Dios tiene que ser cada vez más, como ya es de por sí, un nombre de paz y un imperativo de paz».
En enero de 1964, Juan XXIII realizó un viaje sin precedentes a la Tierra Santa, en donde tuvo un histórico encuentro con Atenágoras I, Patriarca de Jerusalén.
El 4 de octubre, durante la cuarta y última sesión del Concilio, viajó a Nueva York a la sede de la ONU, para hacer un histórico llamado a la paz mundial ante los representantes de todas las naciones.
El 7 de diciembre de 1965, un día antes de finalizar el gran Concilio, el papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I hicieron una declaración conjunta por la que deploraban y se levantaban los mutuos anatemas, pronunciados por representantes de la Iglesia Oriental y Occidental en Constantinopla en 1054, y que marcaron el momento culminante del cisma entre las Iglesias de oriente y la de occidente.
Años después, el papa Juan Pablo II, llevó la iniciativa del concilio un paso más adelante, al celebrar una reunión cumbre de todas las religiones del mundo en Asís, Italia en 1986. Invitó a los líderes de todas las religiones del mundo para que se unieran a él, a rezarle a sus dioses por la paz mundial. Pero... ¿Es que acaso creía que los dioses de ellos eran reales? ¿O sería que creía que los dioses de ellos eran iguales a los de él? Uno de esos líderes que acudió fue Dalái Lama, quien es considerado por sus seguidores como un dios. Pero, entonces... ¿fue que este hombre se rezó a sí mismo? Sin embargo, el espectáculo se lo robó un indígena norteamericano quien danzó y dio gritos de júbilo a su dios.
Esta extraña reunión de líderes espirituales fue atendida, entre otros por seguidores de Confucio, sintoístas, budistas, hindúes, wiccans, brujos africanos, chamanes de los indígenas norteamericanos y muchos otros representantes de todas las creencias paganas, a quienes el Papa les dio la bienvenida con gran entusiasmo.
Pero... ¿Por qué el Papa consideró que era necesario congregar a los líderes paganos religiosos para que oraran por sus dioses? ¿Es que acaso se consideró inadecuado para la obra? La respuesta más obvia es que el Papa cree que todos los líderes estaban orando al mismo dios.
Juan Pablo II fue el primer papa en visitar una mezquita musulmana. Fue el primero también en besar públicamente El Corán. Es difícil creer que un “líder cristiano” le otorgue su bendición a un libro escrito por un hombre que estaba poseído por los demonios, ¡un libro que niega la Deidad de Jesús! Juan Pablo llegó al extremo de proclamar el dios del islam, como el mismo Dios del cristianismo, cuando la realidad es que son tan opuestos como la luz a las tinieblas.
En 1989 el arzobispo de la iglesia anglicana, Robert Runcie, llamó a todos los cristianos para que aceptaran al Papa como «el líder común de toda la iglesia presidiendo en amor». Runcie hizo su petición en un servicio de oración de la tarde, mientras se disponía a realizar su primera visita oficial al Vaticano. Dijo: «Reafirmo esta petición para la iglesia universal. ¡Que los cristianos reconsideren la clase de primacía que el obispo de Roma ejercitaba en la iglesia primitiva, presidiendo en amor por el bien de la unidad de las iglesias, en la diversidad de su misión!».
Asimismo el documento que firmaran en marzo de 1994 los católicos y evangélicos, bajo los auspicios de Juan Pablo Segundo y que se titulaba Católicos y Evangélicos unidos, la misión para el tercer milenio, es en esencia una negación del evangelio. El escritor cristiano Dave Hunt comentó a este respecto: «No impugno los motivos ni tampoco cuestiono la salvación de los evangélicos que lo firmaron. Sin embargo, creo que este documento representa el golpe más devastador en contra del evangelio en los últimos mil años... Sorprendentemente este documento afirma que todos los católicos son cristianos, que profesan la misma fe de los evangélicos y que son nuestros ‘hermanos y hermanas en Cristo’. Si eso es así, ¡entonces la Reforma Protestante fue un trágico error que todos deberíamos de denunciar!... Por mil años antes de la Reforma, siempre hubo un grupo de cristianos evangélicos fuera de la iglesia católica, millones de los cuales fueron asesinados por obedecer las Escrituras en lugar de someterse a Roma. El papa Pío III asesinó a sesenta mil cristianos en un solo día cuando sus ejércitos barrieron la ciudad de Beziers, Francia, un acto que fue considerado por él mismo como ‘la hazaña que coronó su papado’».
Una de las ideas más populares entre el cristianismo hoy, es el concepto que Dios se ha revelado a sí mismo en formas distintas a los diferentes pueblos. Por consiguiente, la conclusión es que hay muchos caminos que conducen a Dios. Esta es la nueva tolerancia, una que contradice la Escritura que dice que Dios se ha revelado a sí mismo en una Persona, en su Hijo Jesús de Nazaret. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (He. 1:1, 2).
En diciembre del año 2000, el papa Juan Pablo II dijo algo mucho más terrible, cuando se dirigió a los treinta mil peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro. Le dijo a la multitud «Que todos los que viven una vida justa serán salvos, aunque no crean en Jesucristo, ni en la iglesia católica romana». Y añadió: «El evangelio nos enseña que aquellos que viven de acuerdo con las Bienaventuranzas... entrarán en el Reino de Dios». Y concluyó observando que todo lo que se necesita para ser salvo es «un corazón sincero».
El Papa no tuvo reparo en hacer un mentiroso del Señor Jesucristo, quien proclamó: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6). En Juan 17:3, también leemos que Jesús dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”.
La destrucción de la iglesia
Note que en Apocalipsis 17:3b se retrata a la ramera cabalgando sobre la espalda del Anticristo. “...Y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata...”
Algunos estudiosos creen que este simbolismo indica, que el Anticristo en un principio usará a la iglesia para tratar de consolidar su reino mundial, pero como ella estará enamorada del poder y tratará de dominarlo a él y a su reino, entonces sintiendo que es una molestia, se volverá en su contra y la destruirá. “Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego” (Ap. 17:16). En este punto, los estudiosos creen que el Anticristo reemplazará a la Iglesia Católica con su nueva religión encabezada por el falso profeta, esta religión será el humanismo llevado a su expresión final: la adoración de un hombre.
El humanismo es la creencia en el hombre. Es el fundamento de todas las religiones paganas, incluyendo el cristianismo apóstata. El falso profeta le exigirá a toda la humanidad que deposite su confianza en el Anticristo como su señor y salvador, y como él estará poseído por el diablo, el mundo entero en realidad estará adorando al propio Satanás. “...Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad” (Ap. 13:2b).
Nuestra respuesta
Teniendo en cuenta el hecho de que la Iglesia Católica es la piedra angular de la iglesia apóstata de la primera mitad de la tribulación, ¿cuál debe ser nuestra actitud hacia el catolicismo?
¿Fue la Reforma simplemente mucho ruido y alharaca? ¿Tiene el catolicismo moderno reformado lo suficiente como para justificar que pasemos por alto las diferencias doctrinales en nombre del amor cristiano y la unidad?
Por increíble que parezca, uno de los símbolos principales usados por la Unión Europea es una mujer cabalgando sobre una bestia, tal como lo ilustró la portada de la revista alemana Der Spiegel. Representa supuestamente la esperanza de que la Unión Europea reprimirá la bestia del nacionalismo.
Sin embargo, hay un punto que deseo dejar claro, y es que el catolicismo no es más apóstata que muchas de las denominaciones “protestantes liberales”. El catolicismo cree y enfatiza el nacimiento virginal del Señor Jesucristo, su Deidad y la realidad de su resurrección. Mientras que estas tres verdades fundamentales han sido rechazadas por las principales corrientes del protestantismo liberal, en su búsqueda obsesiva por lo que llaman «el Jesús histórico». Ya no se trata de los católicos en contra de los protestantes, sino de apostasía en ambos lados.
Apostasía entre los protestantes liberales
En Estados Unidos, la negación pública del nacimiento virginal se remonta a la aparición del protestantismo liberal a principios del siglo XX. Harry Emerson Fosdick, quien nació en 1878 y murió en 1969, un liberal descarado, enfocó su atención en debatir el nacimiento virginal. Fosdick decía: «...Esos primeros discípulos adoraban a Jesús - tal como hacemos nosotros; cuando pensaban en su venida, estaban seguros que provino especialmente de Dios - tal como nosotros; sin embargo ellos asociaron esto en términos de un milagro biológico, algo que nuestras mentes modernas no pueden aceptar».
Otros que niegan abiertamente el nacimiento virginal, son el obispo episcopal norteamericano John Shelby Spong y el erudito alemán del Nuevo Testamento Gerd Luedemann. Otro ángulo de ataque sobre el nacimiento virginal ha provenido de un grupo radical de “eruditos” quienes se han organizado en lo que se conoce como el «Seminario de Jesús». Estos liberales aplican una forma radical de interpretación y niegan que el Nuevo Testamento sea en alguna forma una fuente confiable de conocimiento sobre Jesús.
Joseph Sprague de la Iglesia Metodista Unida aseguró, que «el mito del nacimiento virginal nunca se pretendió que fuera un hecho histórico, sino que fue empleado por Mateo y Lucas en formas diferentes, para señalar en forma poética la verdad acerca de Jesús».
Sprague insiste en que el Señor Jesucristo nació de padres humanos y que no poseía ningún tipo de poderes sobrenaturales. Descarta enteramente, tanto su nacimiento virginal como su resurrección física. Su Cristología es explícitamente herética, dice: «Jesús no nació como el Cristo, sino que por la confluencia de la gracia con la fe, se convirtió en Cristo, el amado de Dios, en quien se complació». Exactamente lo mismo que enseña en la actualidad la Iglesia Emergente.
Otros protestantes liberales apóstatas, niegan el sacrificio expiatorio del Señor Jesucristo, dice Beca Horton, en la página 156 de su libro Historia de la iglesia y de las cosas venideras, «¡Que un Dios amante nunca haría eso! Un acto tan violento [como el sacrificio de Cristo] convertiría al cristianismo en ‘una religión sanguinaria’».
Harry Emerson Fosdick, dice en la página 136 de su libro Estimado señor Brown, «Que creer en la doctrina de la expiación, de que ‘Jesús sufrió como un sustituto por nosotros’ debido a nuestros pecados, es una ‘barbaridad pre-civilizada’».
En su libro El uso moderno de la Biblia, Fosdick dice «Que el que Jesús fuera a la cruz debe ser visto como un ejemplo de una vida de servicio y sacrificio, y no compararlo con los ‘antiguos sacrificios de animales’, algo así como un fraude piadoso’ que le hiciera Dios al diablo».
En la página 135 del libro Estimado señor Brown, declara: «Las muchas teorías de la expiación suponen que por un sólo acto sacerdotal de auto-sacrificio, Cristo salvó al mundo. ¡No! Estas teorías legalistas de la expiación son a mi juicio una desgracia teológica».
Brian McLaren, el líder más destacado en Estados Unidos de la Iglesia Emergente, declara que «La idea de que Dios envió a su Hijo para que sufriera una muerte violenta por nosotros, es una publicidad falsa para Dios.
La comprensión tradicional dice que Dios nos pide algo que Él mismo es incapaz de hacer. Nos pide que perdonemos a las personas, pero es incapaz de perdonar, porque no puede hacerlo a menos que castigue a alguien en lugar de la persona que va a indultar. Dios no le dice: ‘Perdona a tu esposa, y luego ve y patea al perro para que le des rienda suelta a la ira. Dios de hecho perdona’. Pero está la sensación, la comprensión común de la expiación que presenta a un Dios que es incapaz de perdonar. A menos que patee a alguien más».
El sacerdote episcopal Alan Jones, en su libro Concibiendo nuevamente el cristianismo, completa esta idea de que Dios nunca intentó que el sacrificio de Jesús sobre la cruz fuese considerado como un pago por nuestros pecados. Y dice en la página 168: «La fijación de la iglesia en la muerte de Jesús como el acto universal de salvación debe terminar, y el lugar de la cruz debe ser vuelto a concebir en la fe cristiana. ¿Por qué? Debido a la secta del sufrimiento y el Dios vengativo detrás de ella».
Otros como John White, niegan la Divinidad del Señor Jesucristo. Dice White en la página 15 de su libro Ciencia de la mente: «Jesús fue una persona histórica, un ser humano que se convirtió en Cristo, el Cristos es una condición eterna transpersonal del ser, Jesús no dijo que este estado elevado de conciencia que había en él era exclusivamente suyo por todo el tiempo. Tampoco nos pidió que le adorásemos. Más bien, nos llamó para que le siguiéramos, que siguiéramos sus pasos, que aprendiéramos de él, de su ejemplo».
Además de muchos otros que niegan la autoridad de la Biblia, la doctrina de la Trinidad y muchas cosas más.
Pero... si el catolicismo cree en el nacimiento virginal del Señor, y en su Deidad y resurrección, ¿en dónde radica entonces su apostasía? ¿En dónde está su gran falta de acuerdo con la Biblia?
Apostasía católica
La apostasía de la Iglesia Católica se manifiesta primero y principalmente en su dogma sobre la salvación. El resultado final es que nunca ha aceptado la gran verdad bíblica que fuera restaurada en el cristianismo por la Reforma, a saber en la salvación por gracia por medio de la fe, y no por obras, expuesta claramente así en Efesios 2:8-10: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
Los líderes católicos niegan esto, aunque declaran de labios que la salvación es por gracia. Sin embargo, el fruto de sus enseñanzas y predicaciones testifica lo contrario. El dogma de que la Iglesia Católica es el único medio de salvación fue determinado en el Concilio de Nicea, presidido por Constantino en el año 325, en el «Credo de Nicea-Constantinopla», que dice a su conclusión: «Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica».
Luego fue ratificado en los posteriores concilios y sínodos. En la Enciclopedia Católica, prácticamente todos los Papas ratifican esta doctrina, permítame mencionarle un ejemplo de ello, dice:
• «Son decretos papales de la Cátedra de San Pedro. Por lo tanto, constituyen la enseñanza dada a la Iglesia Católica por Jesucristo y los Apóstoles».
• Papa Inocencio III, Cuarto Concilio de Letrán, Constitución 1,1215, ex cátedra: «Hay verdaderamente una Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual absolutamente nadie es salvo…»
• Papa Bonifacio VIII, Unam Sanctam, 18 noviembre 1302, ex cátedra: «Por Fe animados estamos obligados a creer y mantener la única Iglesia Católica y ésa, apostólica, y firmemente creemos y simplemente confesamos esta Iglesia fuera de la cual no hay ninguna salvación ni remisión de pecado... Además, declaramos, proclamamos, definimos que es absolutamente necesario para la salvación que toda criatura humana esté sujeta al Pontífice Romano».
• Papa Clemente V, Concilio de Viena, Decreto # 30,1311-1312, ex cátedra: «…hay… una Iglesia universal, fuera de la que no hay ninguna salvación...»
• Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, Sesión 8,22 noviembre. 1439, ex cátedra: «Todo el que desee salvarse debe, ante todo, guardar la fe Católica; pues, a menos que una persona guarde esta fe entera e inviolada, sin duda alguna se perderá para siempre».
Asimismo dice en el Catecismo Católico, parágrafo 846: «‘Fuera de la Iglesia no hay salvación’... El santo Sínodo... basado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación...».
Por otra parte, hay millones de católicos alrededor del mundo que creen que son salvos porque nacieron como católicos, recibieron el bautismo siendo infantes, porque asisten a misa todos los domingos, se confiesan regularmente, sus nombres están inscritos en los libros de membresía de esta o aquella parroquia, y además porque viven una vida moral.
Todos estos conceptos erróneos se traducen en una cosa: en que creen en la salvación por obras. Y todas las personas que creen en cualquiera de estas cosas, están espiritualmente perdidas, porque nunca han experimentando el nuevo nacimiento al no haber recibido al Señor Jesucristo como su Señor y único medio para ser salvos, mucho menos tienen una relación personal con Él.
Vuelvo a enfatizar una vez más, no estoy diciendo que todos los católicos no sean salvos. Ciertamente hay muchos que han descubierto al Señor y depositado su fe en Él, sin embargo son la excepción, no la regla. Quienes han encontrado al Señor lo han hecho por medio del estudio de la Biblia y no por enseñanzas de la iglesia.
Todo esto hace que nos preguntemos, si acaso esos creyentes verdaderos deben permanecer dentro del catolicismo o salir de allí. Creo que esto podemos responder mejor con otra serie de preguntas:
• ¿Puede un creyente crecer espiritualmente en medio de una atmósfera de idolatría, en donde se le exige que se arrodille delante de imágenes de María y los santos y les rece?
• ¿Puede alguien alcanzar su pleno potencial espiritual en una iglesia que niega el sacerdocio de todos los creyentes ordenado en 1 Pedro 2:9, y exige que tienen que acercarse a Dios a través de sacerdotes especiales que no están ordenados en la Palabra de Dios?
• ¿Puede un cristiano crecer de acuerdo con la imagen de Jesús en una iglesia que no enfatiza la importancia del estudio de la Biblia y exalta las tradiciones de los hombres por encima de la Palabra de Dios?
• ¿Puede una persona tener alguna confianza en su salvación en una iglesia que requiere la limpieza de los pecados en la forma de penitencia en esta vida, y luego en el purgatorio después de la muerte?
• ¿Puede alguien llegar a tener una comprensión verdadera y valorar el papel único del Señor Jesucristo, cuando su madre es exaltada como corredentora y comediatrix y su sacrificio sobre la cruz es rebajado por la enseñanza de que es sacrificado millones de veces cada día en la misa?
Yo podría continuar mencionando una tras otra las muchísimas herejías de la Iglesia Católica, que son de implicaciones profundas para la fe cristiana, pero sobre todas estas cosas ya me he referido ampliamente en otros artículos.
Pero entonces, ¿qué deben hacer estos católicos que han encontrado verdaderamente a Cristo como su Señor y Salvador, deben quedarse allí o abandonar esa iglesia? He advertido que la gran mayoría trata de permanecer dentro de ella, en un intento por influenciar de alguna forma al cura, o a los otros fieles. Por tratar de explicarle a otros las buenas nuevas de lo qué significa una relación personal con el Señor. Pero no pasa mucho tiempo cuando se dan cuenta que sus esfuerzos no son apreciados.
Ellos deben decidir si permanecen o abandonan la iglesia. Si se quedan están comprometiendo lo que creen al mantenerse silenciosos, poniendo en peligro su propio crecimiento espiritual. Si deciden salir siempre será una elección dolorosa, ya que partir significa dejar atrás amigos queridos, resultando finalmente en condenación de parte de los miembros de la familia.
Ellos deben hacer exactamente lo mismo que hace cualquier creyente que se ve atrapado en una organización religiosa apóstata, así sea católica o protestante. ¡Deben abandonarla! La Biblia dice en 2 Corintios 6:14, 15: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?”.
Los católicos declaran que aceptan el Evangelio, pero sus doctrinas niegan la suficiencia del sacrificio del Señor Jesucristo y la salvación de Dios por gracia mediante la fe.
Desprecian el significado del Señor Jesucristo. Por ejemplo, la tremenda importancia de su encarnación es rebajada por la doctrina de la inmaculada concepción de María - el concepto que María también nació exenta de pecado, sin la naturaleza pecaminosa.
Anulan toda suficiencia del sacrificio del Señor en la cruz con la doctrina de la transubstanciación, la que sostiene que Él es ofrecido y sacrificado diariamente en los millones de misas que se ofician alrededor del mundo, e ignoran su papel actual como nuestro único sumo Sacerdote ante el trono de Dios. Diluyen el dogma de 1 Timoteo 2:5, de que “...hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, con la doctrina de que María es corredentora y comediatrix.
El Jesús de la religión católica no es el Jesús de la Biblia, es un dios pagano que nos niega el acceso a Dios Padre, a menos que expiemos nuestros pecados haciendo penitencia en esta vida y luego sufriendo en el purgatorio.
La María del catolicismo, no es la María de la Biblia. La María bíblica fue una mujer de gran fe y de un carácter intachable, pero era una pecadora que necesitaba un Salvador. Ella lo reconoció cuando dijo: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lc. 1:46b, 47). María ciertamente era una mujer justa, pero necesitaba un Salvador. La María de los católicos es sólo otra diosa pagana.
El catolicismo además está sumido en la idolatría, y con la adoración y veneración de María y todos sus santos comete el peor de los pecados contra Dios.
Hay un mito que prevalece entre los cristianos, dice que todos los pecados son iguales, pero eso no es cierto. Todos los pecados son iguales en el sentido que cualquier pecado nos condena delante de Dios. Pero todos los pecados no son iguales ante los ojos de Dios, porque Él dice muy claramente que hay pecados que detesta más que otros. Dice por ejemplo Proverbios 6:16-19: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”.
Es por esta razón que habrá diferentes grados de castigo para los inicuos. Vea lo que dicen estos pasajes de la Escritura:
• “Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación” (Lc. 20:45-47).
• “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:11-15).
La Biblia siempre declara que el peor pecado posible, es la idolatría. Son muchos los pasajes que así lo confirman. A manera de ejemplo permítame mencionarle estos dos:
1. “¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva. ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. El convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana. Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio” (Is. 40:18-26).
2. “Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una” (Is. 44:9-11).
Es por eso que el primer mandamiento dice: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Ex. 20:3), y el segundo declara: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” (Ex. 20:4).
Y es por eso precisamente que la Iglesia Católica en su presentación de los Diez Mandamientos, siempre elimina el segundo y para balancear la diferencia convierte el último en dos.
Esta es manipulación bíblica descarada, designada para cubrir la idolatría de esta iglesia. Pero vea lo que dice Gálatas 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
También dice su Palabra: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 21:8).
El mensaje del Espíritu Santo a todos esos que están atrapados en la oscuridad espiritual del catolicismo es: “...Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Ap. 18:4b).