Jonás y el gran pez (II)
- Publicado en Boletin Dominical
El pecado está desenfrenado en nuestra sociedad. Los titulares de los diarios, los noticieros de televisión y las cárceles abarrotadas, son testimonio vivo de esa verdad. Tal pareciera como si la violencia, odio y corrupción se hubieran desbordado en este mundo. A diario oímos hablar de abuso infantil, pornografía, asesinatos en serie, terrorismo, secuestro, anarquía y dictadores despiadados. Al leer y escuchar sobre estas tragedias y quizás hasta experimentarlas, empezamos a entender la necesidad de un castigo divino. A veces hasta deseamos que Dios castigara violentamente a todos esos perpetradores de actos de violencia. ¡No tienen perdón! Pero supóngase que en medio de tales pensamientos, el Señor le ordenara que le presente el Evangelio al peor de los delincuentes. ¿Qué haría usted?
En primer lugar, debemos definir el término «milagro». El diccionario dice: «Fenómeno que se atribuye a una intervención divina en lugar de una causa natural. Suceso o cosa extraordinaria y maravillosa».
Este año, uno de los más tumultuosos en la historia de la humanidad, ha llegado a su fin. Mientras los cristianos, recordamos el nacimiento de nuestro bendito Salvador en esta época navideña, las nubes oscuras y amenazantes del 2021 se ciernen sobre nosotros presagiando días aún mucho más tenebrosos.
Creemos que es bueno para todos, poner en perspectiva lo que se proyecta en el futuro, comparándolo con el esquema presentado en la Palabra Profética de Dios, ya que ese es el único prisma, a través del cual podremos ver lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y obtener una comprensión adecuada.
La polémica, respecto a si los cristianos debemos o no celebrar la Navidad, ha estado en discusión por siglos. Hay creyentes dedicados y sinceros que apoyan uno de los dos lados, pero... ¿qué es lo que dice la Biblia? ¿Nos ofrece la Palabra de Dios una instrucción clara sobre si debemos conmemorarla o no?
A veces buscamos la respuesta de Dios en lo grandioso, por ejemplo, tal como lo que le está ocurriendo ahora mismo al pueblo cristiano norteamericano, que se siente desilusionado porque el Señor no respondió a sus oraciones por un resultado determinado en la elección presidencial. Asimismo se sienten decepcionados otros creyentes que piden bendiciones particulares en sus vidas y en la de sus hijos y no las reciben. Sin embargo, todos y cada uno de los días, recibimos las tiernas misericordias de Dios y las damos por sentadas.
Ya se aproxima la conclusión del año 2020, y tristemente todos tenemos que admitir que ha sido uno de los más aciagos de nuestra existencia. La pandemia del Covid-19 y la recesión económica resultante, han afectado negativamente la salud mental de muchas personas, creando además nuevas complicaciones para quienes ya padecían enfermedades psicológicas y trastornos por el uso de medicamentos.
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe” (2 Co. 13:5)
4. ¿Qué hacemos con nuestro tiempo libre?
Generalmente, la mayoría de los empleadores permiten que sus empleados tomen vacaciones. Durante ese tiempo, las personas se involucran en diversas actividades. Algunos se quedan en casa y trabajan en cosas pendientes que tenían por hacer: limpieza, reparaciones, etc., mientras que otros son bastante libres para decidir sobre cómo van a usar sus días de descanso y al lugar donde desean ir.
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe” (2 Co. 13:5)
La Iglesia de Cristo en el mundo entero necesita desesperadamente despertar de la modorra espiritual en que está sumida. El problema no es de un país en particular, un grupo determinado, tal como los que abogan por el aborto, la comunidad de homosexuales, transexuales, lesbianas y demás, de los de izquierda o derecha, los globalistas, los derechistas, progresistas, comunistas, etc., sino de toda la Iglesia de Jesucristo.
La vida de Jacob está colmada con vicisitudes altamente simbólicas de Cristo y de la verdad cristiana. Tal pareciera como si nuestro Señor tuviera la increíble visión de la escalera de Jacob ascendiendo de la tierra al cielo, cuando le dijo a Natanael: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Jn. 1:51).