Todavía no había llegado a su Casa
- Fecha de publicación: Miércoles, 02 Agosto 2017, 09:32 horas
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El doctor Robert Morrison, un misionero norteamericano contaba sobre su viaje alrededor del mundo, predicando y enseñando el Evangelio. Él partió al mismo tiempo que el señor Roosevelt, quien entonces era presidente de Estados Unidos, y ambos viajaron rumbo a África. Morrison predicaba el Evangelio en cada puerto. Mientras que el presidente Teddy fue a África a explorar y cazar unos cuantos animales.
Cuando ambos regresaron, al presidente le prepararon una recepción suntuosa, como pocos hombres en la vida han tenido. El gobernador y el alcalde fueron a recibirlo, los grupos de músicos tocaban y un número incontable de personas se congregó en el muelle para darle la bienvenida.
El pastor Morrison por su parte regresó a su casa, pero el gobernador del estado no llegó para darle la bienvenida, ni tampoco el alcalde ni la fuerza policial. El departamento de bomberos nunca se advirtió de su existencia. No había banderas ondeando, ni pitos sonando. Ni siquiera había un familiar que lo estuviera esperando. En Nueva York, el presidente Roosevelt abordó un tren y tuvo la misma clase de recibimiento. Lo mismo fue cuando llegó a su pueblo natal. Fue aclamado y honrado en todas formas.
El pastor Morrison también abordó un tren y partió para su pueblo. Pero nadie le hizo una recepción. Nadie fue a recibirlo. La única persona que lo reconoció fue el anciano encargado del equipaje, quien le dijo: “¡Hola! ¿Qué tal?”, pero todo en forma casual.
Morrison contó: “Recogí mis pesados sacos de mano y partí rumbo a casa, solo. No pude dejar de comparar el contraste entre la bienvenida que le dieran a Roosevelt con la mía. Dios me había concedido el privilegio de guiar a diez mil almas a Cristo en ese viaje - pero al estar de regreso allí, ¡no había una sola alma para recibirme! A nadie le importaba. De súbito me detuve. Una verdad gloriosa y nueva resplandeció en mi corazón. Y me encontré a mí mismo diciendo en voz alta, lento y con profundo gozo: ‘¡Tal vez es porque todavía no estoy en Casa! ¡Todavía no estoy en Casa!”.
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