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¿Cuál es el Mensaje del Coronavirus?

  • Fecha de publicación: Miércoles, 03 Junio 2020, 06:26 horas

En diciembre de 2019, los astrónomos anunciaron que un radio telescopio en Columbia Británica, Canadá, había detectado “una ráfaga rápida de radio”, un fenómeno astrofísico de gran energía de origen desconocido, que se manifiesta como un pulso de radio fugaz que dura en promedio unos pocos milisegundos, el que emanó de una galaxia espiral a 500 millones de años luz de nosotros.

Los científicos alrededor del mundo estaban muy emocionados.  Después de todo, los voluntarios en todos los lugares tal como los de SETI, el acrónimo en inglés para “búsqueda de las inteligencias extraterrestres”, han estado sentados pacientemente por décadas enfrente de las pantallas de las computadoras, esperando captar señales como estas, y en un poco más de un año fueron detectadas 28 ráfagas.  La esperanza de ellos, claro está, es que las mismas nos ayuden a ponernos en contacto con inteligencias extraterrestres.

El problema es que si se aplica la escala de tiempo uniformitaria aceptada por la mayoría de astrónomos, se habría necesitado 500 millones de años terrestres, para que esas radioseñales pudieran llegar a la Tierra.  De tal manera que cualquier civilización que hubiera existido hace medio millón de años probablemente ya no existe después de tanto tiempo.

Sin embargo, el personal de SETI es terco y persistente.  Son personas de fe, creyentes verdaderos en la existencia de inteligencias extraterrestres, están convencidos de que en otros planetas habitan seres evolucionados.  Y aunque las probabilidades en contra de esto pueden ser abrumadoras, ellos no se desaniman.

¿Será que estamos mirando en el lugar equivocado?

Pero... ¿qué si una súper inteligencia extraterrestre nos enviara un mensaje a través del microuniverso, que es lo que observamos en el microscopio, en lugar de hacerlo en el macrouniverso, que vemos por el telescopio? ¿Seríamos capaces de reconocerlo?  ¿Estaríamos dispuestos a recibirlo?

El mundo ha sido estremecido recientemente por el brote sin precedentes del coronavirus.  Se le llama nuevo, porque es la primera vez que aparece esta cepa en particular.  Es evidente que es pariente del síndrome respiratorio agudo grave que hizo su aparición a comienzos del año 2000.

Esta nueva cepa es extremadamente contagiosa e impredecible.  Para algunas personas que lo han contraído ha sido como tener un resfriado o un contagio moderado de influenza, mientras que otros ni siquiera se han percibido que están enfermos, hasta que las pruebas dieron positivas.  Pero hay casos en que el coronavirus es devastador, colmando los centros de cuidados intensivos en los hospitales de todo el mundo con víctimas, a las que se les coloca ventiladores para ayudarlos a respirar.  A pesar de los mejores esfuerzos de los profesionales de la salud, es prácticamente imposible dar una cifra aproximada del número de contagiados, porque los lugares donde se computan estas estadísticas cambian por segundo, lo que sí sabe es que ya excede a los dos millones, mientras que la tasa de fallecimientos continúa aumentando cada día en algunas áreas.

Claro está, a lo largo de la historia registrada de la humanidad ha habido otras pandemias, pero hasta ahora, el mundo nunca había visto algo tan contagioso y que se propague tan rápido.  Algo similar ocurrió a finales de la edad media entre los años 1.347 a 1.351, cuando la plaga negra devastó a Europa y Asia, exterminando a un tercio de la población mundial en ese tiempo, aunque esta peste no fue tan infecciosa.

Cuando el COVID 19 fue detectado por primera vez en China, de inmediato se hizo claro que iba a propagarse rápidamente, fue así como los centros para control de las enfermedades, la administración del presidente Trump, los líderes más importantes de las naciones, las organizaciones de la salud en Europa y prácticamente en el mundo entero, todos entraron en acción.  En el sector privado los centros de salud como la Universidad John Hopkins en Baltimore, Estados Unidos, emprendieron proyectos masivos de investigación y comenzaron a publicar regularmente mapas mostrando el curso de la propagación de la epidemia en el mundo.  Las compañías farmacéuticas desde entonces se dedicaron a trabajar incansablemente en busca de una vacuna.

Pero... ¿no sería posible que Dios le estuviese hablando a la humanidad a través de esta entidad microscópica que llamamos virus?  Y si es así, ¿cuál sería su mensaje?

Pero... ¿qué es un virus?  En biología, es un agente infeccioso microscópico acelular que solo puede reproducirse dentro de las células de otros organismos.  Infecta a todo tipo de especímenes, desde animales, hongos, plantas, protistas hasta bacterias y arqueas. También puede infectar a otros virus y en su gran mayoría son demasiado pequeños para poder ser observados con la ayuda de un microscopio óptico, por lo que se dice que son submicroscópicos.

El coronavirus constituye un subconjunto de virus que causa enfermedades en mamíferos, incluyendo humanos y aves.  En las personas infecta el tracto respiratorio, y al principio causa síntomas parecidos a los de un resfriado común.  En casos extremos estos empeoran con el tiempo y los enfermos desarrollan algo parecido a una neumonía viral, la cual puede ser mortal.  Estos pacientes necesitan de ventiladores para poder respirar y algunos mueren.

La mayoría de virus son más pequeños que las bacterias, y como tales pueden causar enfermedades tanto en animales como en los seres humanos.  Algunos infectan a las personas debido a una higiene pobre, porque tienen un estilo de vida sexual promiscuo, o abusan de las drogas.  El virus que produce la poliomielitis o parálisis infantil se llama así porque quienes contraen la enfermedad son principalmente niños.  Se transmite de persona a persona, a través de las secreciones respiratorias o por la ruta fecal oral: por la ingestión de heces fecales en donde el poliovirus coloniza el tracto intestinal.

Los virus generalmente no responden a los antibióticos los cuales son usados ampliamente por los médicos para erradicar bacterias dañinas.  Tampoco están vivos, al menos en el sentido técnico, porque no pueden sobrevivir o reproducirse sin estar adheridos a las células de otros organismos.  Se trasmiten rápida y fácilmente a través de las gotitas de saliva de una persona infectada cuando estornuda, o por medio del contacto directo.  Los virus pueden penetrar en el cuerpo a través de la boca, nariz y ojos.  El coronavirus en particular es extremadamente contagioso.

Pero... ¿son inteligentes los virus?  Bueno, depende como definamos la palabra inteligente.  Ellos tienen la habilidad para detectar el peligro, planear por anticipado y también pueden mutar, es decir hacer cambios en su estructura genética para así poder evadir nuestro sistema inmunológico - las defensas naturales del cuerpo.  Algunos virus son capaces de adaptarse y cambiar tan rápidamente, que cuando se logra por fin desarrollar un medicamento efectivo para combatirlo, ya ha mutado y la medicina disponible al público es inefectiva.  Y eso es exactamente lo que está ocurriendo con el coronavirus.

La comunidad médica está llevando a cabo una labor admirable para controlar su propagación al recordarnos minuto a minuto que nos lavemos las manos y que evitemos tocarnos la cara y tener contacto físico con otras personas, manteniendo distancia los unos de los otros.

Normalmente los virus aparecen, permanecen por un tiempo y finalmente terminan por desaparecer, otros son más persistentes tal como los de la polio, hepatitis, el virus del Nilo, la gripe porcina, el SIDA, ébola, el síndrome agudo respiratorio o COV-1 y el coronavirus 2019.

La mayoría de virus son dañinos, pero otros no.  De hecho hay virus que atacan y destruyen bacteria maligna, lo cual debió ser así antes de la caída del hombre.  Hoy, sin embargo, los virus beneficiosos son una excepción, no la regla, porque la mayoría pueden causar desde alergias hasta el coronavirus que está diezmando a la humanidad.

Los orígenes de la Internet se remontan a 1969, pero desde 1991, cuando la misma comenzó a extenderse como una gigantesca telaraña en el mundo entero, esta ha demostrado ser el instrumento más grandioso para la propagación del Evangelio.  Sin embargo, también abrió la puerta a un mundo increíble de oportunidades para los charlatanes religiosos que lo único que buscan es lucro personal, y esos otros que se dedican a fijar fechas para el retorno del Señor Jesucristo.

Eso fue exactamente lo que pasó meses antes de la aparición del coronavirus, que a través de las redes sociales comenzaron a aparecer escritos de seudo pastores, profetas, videntes y demás fijando fechas y anticipando eventos terribles para este año basados en la numerología y tantas cosas más.

Se trataba de escritos mal redactados, con errores y horrores de ortografía y sintaxis, con referencias a que ya se estaban implantando microchips, y muchísimas cosas más.  Un escrito en particular publicado en inglés hablaba del libro de Revelations, en plural, siendo que la palabra en inglés es Revelation, en singular, porque los 22 capítulos de Apocalipsis constituyen una sola revelación unificada del Hijo Glorificado de Dios, del Mesías al apóstol Juan. De ninguna manera se trata de retazos.

Este es solo un ejemplo porque no fue un solo artículo, sino literalmente decenas que han colmado y colman las redes sociales día a día, en su mayoría de charlatanes y vividores que lo único que buscan es esquilar al rebaño.  También publicaron un video a través de YouTube de supuestos ángeles que revoleteaban en las nubes sobre Dansoman, Ghana, que se hizo viral, tal como dicen hoy en día.  Pero estos solo son unos ejemplos, porque nos tomaría días mencionar a todos los aprovechados y perversos que hacen mofa de las cosas sagradas y cuyo único propósito es estafar a los incautos. 

Ya se demostró que tal vídeo fue tomado en Brasil y que se trató de un montaje.  Nuestra preocupación es advertir a los creyentes de que no presten atención a lo que publican en la Internet concerniente a estos días que estamos viviendo, sobre todas esas supuestas manifestaciones, sino que lean y mediten en la Palabra de Dios, la única fuente confiable de este mundo.

¡Sí, es cierto que todos anhelamos el retorno del Señor, y entre más pronto mejor!  Pero Él vendrá en el momento que ha determinado.  Mientras tanto, nosotros, su pueblo, debemos mantenernos ocupados, haciendo la labor que nos corresponde.  No sentados enfrente de nuestra computadora, o con el celular en la mano viendo vídeos tontos, participando en video parties, o leyendo los tales “Memes” que se publican hoy por decenas cada día. 

En lugar de eso, debemos tratar de ayudar en la mejor forma que podamos a los necesitados, pobres y ancianos.  Pero si ya somos mayores o estamos enfermos en nuestro hogar, podemos llamar a otras personas enfermas, brindarles consuelo, pero lo más importante compartir con ellos la Palabra de Dios, y si no son salvos, luego de orar por la dirección Divina, presentarles el plan de salvación.  Nuestras posibilidades son ilimitadas.

La Biblia nos dice que debemos ser serios y estar fortalecidos interiormente con respecto a nuestra fe, no ser superficiales, tontos o ingenuos.  “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 P. 1:13).

El virus... ¿está hablándonos?

Encontramos en el Antiguo Testamento que Dios usó a un burro para que le hablara al profeta Balaam: “Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces?” (Nm. 22:28).   Pero...  ¿acaso no puede el Creador hoy, valerse de un virus microscópico para entregarle un mensaje a la humanidad?

Si vamos al registro histórico comprobaremos, que en el pasado Dios usó la peste o la plaga para tratar con los rebeldes.  En hebreo esta palabra es dever y denota algo que destruye o causa muerte.  En el Tora, los primeros cinco libros de la Biblia, leemos sobre un patógeno que aniquiló una porción significativa de la población, tal como en estos versículos: “He aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima” (Éx. 9:3).  “Traeré sobre vosotros espada vengadora, en vindicación del pacto; y si buscareis refugio en vuestras ciudades, yo enviaré pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en mano del enemigo” (Lv. 26.25).   “Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella” (Dt. 28:21).

Durante el éxodo, todo lo que el Creador hizo fue llamar la atención de los egipcios y su método fue afligirlos con enfermedades.  Y no podemos dejar de preguntarnos: ¿Si el coronavirus pudiera hablar, no creen que nos diría que Dios está tratando de atraer nuestra atención?

Anima tener presente que la ciencia médica tuvo un gran avance durante el siglo veinte.  Muchas enfermedades como el sarampión, paperas, la viruela y la polio, las que plagaron a la humanidad por siglos han sido virtualmente erradicadas gracias a las vacunas.  Sin embargo, a pesar de estos increíbles avances, todos hemos visto que solo se necesitó un virus microscópico para casi paralizar la vida del planeta entero.  El brote del coronavirus ha demostrado las limitaciones de la ciencia moderna en una forma que casi nadie esperó.

Una vez más, si este virus pudiera hablar tal vez diría: “Digan y hagan lo que quieran, pero soy un mensajero de Dios, y en una forma u otra tendrán que tratar conmigo”.

Sin embargo, el Creador no siempre nos protege contra las enfermedades.  Vivimos en un mundo caído, y nuestros cuerpos son mortales y están sujetos a padecimientos, al igual que al doloroso proceso de envejecimiento y dolencias degenerativas.  Por lo tanto, tal como ha ocurrido en el pasado, Dios permitirá que procesos naturales, cuya gran mayoría siguen las leyes naturales que Él mismo ha ordenado, continúen su curso sin su intervención. ¡Sí, podemos orar por sanidad, y por seguro a menudo lo hacemos! Sin embargo, siempre será la prerrogativa de Dios responder a nuestras oraciones en tres formas: “Sí”, “No”, o “No, en este momento”.

Lo ideal sería que la ciencia médica y el cuerpo de creyentes nos uniéramos para combatir esta enfermedad y vencerla.  Un ejemplo notable de esto, fue algo que ocurrió durante el brote de ébola en Liberia, África en el 2014.  En esos días el ébola era considerado incurable y contraerlo era virtualmente una sentencia de muerte.

Kent Brantly, un médico de la organización en Liberia llamada Samaritan Purse, contrajo la enfermedad mediante el contacto con pacientes con ébola.  Casi de inmediato los cristianos en el mundo se comunicaron a través de la Internet, pidiendo oración por este valiente médico que se había contagiado con esta siniestra enfermedad.  Mientras miles de creyentes oraban por él, el doctor Brantly fue trasladado desde África hasta el Hospital Universitario Emory en Atlanta donde recibió tratamientos médicos innovadores y finalmente se recuperó por completo. ¡Esta es una hermosa historia de fe: ¡la fe y la ciencia trabajando unidos!  ¡Sí, Dios tiene formas para proteger a su pueblo!

Durante la plaga negra, los judíos eran perseguidos en Europa y miles fueron asesinados, en primer lugar, porque los europeos los detestaban.  Al notar que esta comunidad no estaba sufriendo como las demás personas, concluyeron que eran los responsables de la epidemia. Fueron muchas las teorías de conspiración que circularon en ese tiempo, incluyendo la idea de que secreta y sistemáticamente ellos estaban envenenando los pozos en donde sacaban el agua las comunidades no judías.

Hoy todo el mundo sabe que no tuvieron nada que ver con los orígenes de la plaga que acabó con casi la mitad de la población de Europa.  Algunos científicos creen que fue el resultado de la fiebre viral hemorrágica, pero muchos están de acuerdo en que su brote fue causado por una bacteria que infectó a las ratas negras que fueron transportadas en los barcos provenientes de Asia.

La razón principal de por qué la comunidad judía fue librada de la plaga, fue porque practicaban las leyes de higiene dadas en el Tora.  A diferencia de las otras personas, el pueblo judío tenía que bañarse todo el cuerpo, y lavarse las manos muchas veces durante el día, particularmente después de usar el servicio sanitario y antes y después de las comidas.  Esos eran solo los requerimientos principales, pero había muchos más.

Tenga bien presente que eso ocurrió en un período en que las prácticas sanitarias en Europa eran extremadamente primitivas.  En ese tiempo las personas pasaban hasta meses sin tomar un baño, ¡incluso ni siquiera se lavaban las manos!

El pueblo judío de entonces fue protegido de la plaga, por obedecer el Tora, la Palabra de Dios, y las recomendaciones dadas en el Talmud. Por lo tanto, tal vez sea esto lo que el virus debe estar diciéndonos: “Más les vale que sigan las recomendaciones del Creador”.

Sin embargo, vendrán muchas más plagas.  La Biblia nos advierte de esto.  Tal vez el COVID-19 es solo una advertencia.  Está mostrándonos cuán rápido y universalmente se puede propagar una epidemia, quedar fuera de control y convertirse en una pandemia global.  En cosa de unas pocas semanas, este contagio se difundió desde su epicentro local como un incendio devastador amenazando ahora mismo, virtualmente, a toda la humanidad.

El libro de Apocalipsis es una especie de mapa del futuro.  En sus páginas divinamente inspiradas el apóstol Juan nos habla del período de la tribulación venidera conocido como “el día de Jehová” en Joel 2:31; 3:14; Sofonías 1:7,14 y Zacarías 14:1.  Y como “el tiempo de angustia para Jacob”en Jeremías 30:7.

En el capítulo 6 de Apocalipsis leemos de los cuatro caballos del Apocalipsis, cada uno de los cuales representa un aspecto de los juicios de Dios, en contra del mundo rebelde durante el período de la tribulación.

Nosotros, al igual que muchos creyentes, creemos que para ese tiempo la Iglesia ya habrá sido removida de este mundo en el Rapto.  Sin embargo, luego que la Iglesia haya sido sacada de este mundo por el Señor Jesucristo, un gran número de personas Lo recibirán como su Salvador y Señor y serán martirizados por su fe.

Si el coronavirus tuviera la facultad de hablar, tal vez sería esto lo que nos estaría diciendo: “A pesar de lo muy peligroso y perturbador que soy, no soy rival para el Dios de ustedes”.

Vivimos en un tiempo difícil e incierto, especialmente para esas personas que no conocen a Dios.  Sin embargo, para los creyentes, tal como dice Salmos 95:1, “Él es la Roca de nuestra salvación”.  Y como es indestructible e inamovible, ¡no tenemos nada que temer!

Así fue como el apóstol Juan concluyó el libro de Apocalipsis en el año 95 de la era cristiana: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.  Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.  El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve.  Amén; sí, ven, Señor Jesús.  La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.  Amén” (Apo. 22:18-21).

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