Thomas Hitton
- Fecha de publicación: Martes, 11 Febrero 2020, 04:46 horas
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“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:1–2)
Thomas Hitton quien murió en 1530, generalmente es considerado como el primer mártir inglés protestante de la Reforma, a pesar de que los Lolardos - los seguidores de John Wycliffe, fueron quemados en la hoguera en 1519.
Era un sacerdote que se había unido a William Tyndale, el erudito inglés que se convirtió en una figura líder en la Reforma Protestante. En 1529 mientras regresaba a Inglaterra después de una breve visita para contactar a los partidarios de Tyndale, fue detenido cerca de Gravesend en su camino a la costa mientras tomaba un barco, descubriéndose que tenía en su posesión el primer libro de Salmos en inglés traducido por George Joye y cartas de los exiliados. Fue entonces arrestado bajo el cargo de traición y herejía.
Cuando el obispo ordenó su comparecencia y le preguntó cómo juzgaba y consideraba la religión vigente en ese momento, y la autoridad del obispo de Roma, le respondió que la religión que se practicaba entonces era la idolatría más abominable, contraria a la santa Palabra de Dios. Agregando: “En cuanto al Papa, es el Anticristo, el primogénito de Satanás, y no tiene ni más poder o autoridad que cualquier otro obispo en su propia diócesis”.
El obispo al escuchar esto, estaba tan irritado, que lo apartó de inmediato de su presencia. En otra entrevista le exigió que jurara responder a cada una de sus preguntas de manera sincera, pero él se negó a jurar, diciendo: “Es contra las leyes de Dios y la buena conciencia, que cualquier hombre jure, es como ser un asesino de sí mismo y ser culpable de su propia muerte”. Pero aunque no juró, sí respondió de manera verdadera y directa a cada pregunta.
El obispo le hizo comparecer ante su presencia en cuatro ocasiones más, en las cuales percibió su constancia inamovible en la verdad, separando el aprendizaje y la razón, sin poder convencerlo con argumentos y supuestas verdades para que se arrepintiera y abjurara de sus errores, asegurándole que si lo hacía sería bueno con él.
Cuando el obispo con todas sus persuasiones no pudo hacer nada para que se retractase de la verdad de la Palabra de Dios, entonces los doctores y otros asistentes intentaron lo mismo, pero él no desistió, ni cambió un ápice de lo dicho. Afirmó y confirmó sus confesiones hasta el final. Enfatizando que todos ellos pecaban contra el Espíritu Santo, en la medida en que sabían que la Palabra de Dios era la verdad, y que la misa y toda la religión papal no era más que idolatría, mentiras y blasfemia abierta contra la majestad de Dios y su Palabra. Cansado ya por no poder doblegarlo el arzobispo de Canterbury, el obispo de Rochester y otros asistentes, decretaron su muerte y fue quemado en la hoguera.
Thomas Hitton creía en la supremacía de las Escrituras. También argumentaba que si bien el bautismo era necesario y el matrimonio algo bueno, ninguno de los dos necesariamente tenían que ser oficiados por un sacerdote o en la iglesia, y que el bautismo sería mucho mejor si las palabras acostumbradas en el momento de administrarlo fueran pronunciadas en inglés, o en el idioma de cada persona.
Dice en el Calendario Católico sobre él: “Thomas Hitton, el hereje que fue quemado en Kent en un mes de febrero de 1530”.
Dios, permite que podamos imitar a un hombre como éste, quien defendió la verdad de Tu Palabra a costa de su propia vida.