La historia oculta de John Calvino
- Fecha de publicación: Miércoles, 21 Diciembre 2016, 10:20 horas
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El teólogo y jurista francés John Calvino, nació en Noyon, Francia, el 10 de julio de 1509, contrajo matrimonio en 1539, y murió en Ginebra, Suiza, el 27 de mayo de 1564. Fue considerado como uno de los padres de la Reforma Protestante. Más tarde, sus doctrinas fueron llamadas Calvinismo. Fue el principal reformador de la generación posterior a Lutero y Zuinglio.
La creciente importancia de la Reforma en Francia, llevó a la hoguera a un buen número de mártires, creando un ambiente de persecución. Por esta razón, Calvino, al igual que otros franceses luteranos abandonaron París.
Pero... ¿Qué enseña el Calvinismo?
El Calvinismo, también conocido como teología reformada, es un movimiento dentro del protestantismo ortodoxo que fue desarrollado por John Calvino, quien tenía ocho años cuando Martín Lutero colocó sus 95 tesis de protesta contra la iglesia de Roma. Calvino fue abogado y posteriormente pastor en Ginebra, Suiza, elaboró muchos comentarios de varios libros de la Biblia, pero es mejor conocido por su obra fundamental, Institución de la Religión Cristiana la que presenta su teología y que fue publicada cuando tenía 26 años.
El Calvinismo se adhiere a muchos de los puntos de vista de las Escrituras y busca derivar sus formulaciones teológicas basado solamente en la interpretación que le dan a la Palabra de Dios. Se enfoca en la soberanía Divina, afirmando que Dios es capaz y está dispuesto por virtud de su omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia para hacer todo lo que desee con su creación. También sostiene que en la Biblia se encuentran las siguientes enseñanzas:
Que Dios, por su gracia soberana predestinó a algunas personas para salvación.
Que Jesús murió sólo por aquellos predestinados.
Que Dios regenera a los individuos hasta donde sean capaces de querer y escoger,
Y que es imposible para los redimidos perder la salvación.
El Calvinismo enfatiza la soberanía de Dios y sus decretos eternos por los cuales ha ordenado todo lo que sucederá. Toma la Biblia muy seriamente tratando de armonizar todos sus conceptos. Enseña que la salvación es llevada a cabo sólo por la obra de Dios. Asimismo, están convencidos que nada ocurre en el mundo excepto lo que Él permite que pase.
Algunos críticos han sostenido que el Calvinismo convierte a Dios en el autor de la maldad, pero los calvinistas son rápidos negando tal acusación y enseñan que Dios es Soberano, aun por encima de las fuerzas del mal, las que usa como parte de su plan eterno para el mundo y la humanidad. En el idioma inglés esta doctrina es mejor conocida por su acrónimo, Tulip, que significa:
T: Total Depravación (Total Depravation)
U: Elección Incondicional (Unconditional Election)
L: Expiación Limitada (Limited Atonement)
I: Gracia Irresistible (Irresistible Grace)
P: Perseverancia de los Santos (Perseverance of the Saints).
Aunque estas cinco categorías no abarcan totalmente sus creencias, sí representan algunos de sus puntos principales. Aseguran que el pecado ha afectado a todo el ser humano: el corazón, las emociones, la voluntad, la mente y el cuerpo. Que somos totalmente pecadores, y que la doctrina de la total depravación está dada en Escrituras y revela el carácter humano. Que el corazón del hombre es malo. Que el ser humano es esclavo del pecado y por sí mismo no busca a Dios, porque no puede entender las cosas espirituales, sino que es su enemigo e hijo de ira.
Aseguran que las Escrituras, declaran la verdadera naturaleza del hombre como un ser totalmente perdido e incapaz, y que por lo tanto es imposible que el ser humano por sí mismo escoja o decida seguir a Dios. Que no puede hacerlo, y que por eso el Señor predestina a los salvos.
Que debido a nuestra naturaleza caída somos nacidos de nuevo, no por nuestra voluntad sino por la de Dios, quien nos concede fe, porque tener fe es Su obra, no nuestra. Y que Dios ordena y predestina a cada persona que Él quiere.
Creen que Él no basa su elección en nada que pueda ver en la persona, sino que escoge al elegido de acuerdo a la intención de su voluntad. Y sin ninguna consideración de mérito o cualidad dentro del individuo, algunos son elegidos para salvación, mientras que otros no.
Enseñan que Jesús murió sólo por los elegidos. Y aunque su sacrificio fue suficiente para todos, no fue eficaz para todos, porque Jesús sólo cargó con los pecados de los escogidos. Que de acuerdo a Mateo 25:32-33, Él sólo murió por las ovejas, no por los cabritos.
Que cuando Dios llama a sus elegidos para salvación, ellos no pueden resistírsele. Él le ofrece a todas las personas el mensaje del Evangelio, y esto se conoce como el llamado externo. Pero a los elegidos les extiende un llamado interno el cual no puede ser resistido. Este llamado lo hace el Espíritu Santo quien trabaja en el corazón y la mente de los elegidos para traerlos al arrepentimiento y la regeneración por lo que voluntaria y libremente vienen a Dios.
Según Calvino, si usted ha sido predestinado no puede perder su salvación. Debido a que el Padre lo eligió, el Hijo lo redimió y el Espíritu Santo se aplicó en su salvación, por lo tanto los salvos están seguros eternamente en Cristo. Compartía con Lutero la idea de que el ser humano podía obtener la gracia por la fe, pero para el teólogo francés Dios ya había elegido desde antes de la creación del mundo a solo algunos hombres para salvarlos, mientras que los demás estaban irremediablemente condenados. Por lo tanto, nada que el hombre hiciera podía cambiar la voluntad divina.
La inquisición de Calvino
Pero propagar su teología no fue todo lo que hizo el señor Calvino. Lo que va a escuchar a continuación es una parte importante de la historia de la iglesia del período de la Reforma, que ha sido encubierto hasta nuestros días, tanto que muy pocas personas tienen conocimiento de los hechos verdaderos. Sin embargo, cuando uno escudriña en diversas colecciones de la Historia de la Iglesia Cristiana, tanto en inglés como en otros idiomas, se asombra al descubrir el lado tenebroso de Calvino, el que la gran mayoría en el mundo ignora.
Está registrado en los libros publicados en inglés Historia de la Iglesia Cristiana de Philip Schaff, que en Ginebra, la que contaba en tiempos de Calvino con una población de 16.000 habitantes, se llevaron a cabo 57 ejecuciones y 76 expatriaciones en un periodo de cinco años por órdenes del señor Calvino.
Dice en el libro en inglés de Earle E. Cairns, titulado Cristianismo a través de los siglos, que para preparar un sistema eficaz, Calvino hizo uso del estado a fin de infligir penas más severas. Dichos castigos demostraron ser excesivamente violentos. Luego en el año 1546, ordenó la ejecución de 58 personas y el destierro de 75.
Desde 1541 hasta 1559 tuvieron lugar los actos oficiales del Concilio, establecido por el Calvinismo que exhibieron un oscuro capítulo de censuras, castigos, encarcelamientos y ejecuciones. Durante los estragos de la peste en 1545, más de 20 hombres y mujeres fueron quemados vivos acusados de brujería, y de una perversa conspiración para propagar la horrible enfermedad. Desde 1542 hasta 1546 se llevaron acabo 58 juicios de muerte y 76 decretos de destierros. Durante los años 1558 y 1559 los castigos infligidos por diversas ofensas sumaron 414, una proporción muy grande para una población de 16.000 habitantes.
Leemos en las páginas 492 y 493 del volumen octavo de la Historia de la Iglesia Cristiana de Philip Schaff, edición revisada, “Que los oponentes de Calvino, Bolsec y Audin Galiffe - padre e hijo - recurriendo a la mayoría de estos hechos, y pasando por alto todo lo bueno que él había hecho, condenaron al gran Reformador como un despiadado y cruel tirano”.
Asimismo está registrado en la Historia de la Iglesia, que el 27 de octubre de 1553, John Calvino, el fundador del Calvinismo, tenía a Miguel Servet, un médico español clavado con estacas en las afueras de Ginebra, siendo consumido en las llamas por causa de sus herejías doctrinales.
Roland H. Bainton, dice en la página 207 de su libro en inglés Hereje Perseguido “Que Servet fue condenado a muerte por dos herejías - a saber el anti-trinitarianismo y el anti-paidobautismo” - es decir el bautismo obligatorio de los niños, que era parte de la teología que enseñaba Calvino. Luego sigue diciendo en la página 186: “Si bien Servet admitió que estaba equivocado sobre la Trinidad, con respecto a su rechazo del bautismo de los infantes dijo, ‘Es una invención del diablo, un engaño infernal para la destrucción de toda la cristiandad’”.
A esta declaración sobre el bautismo infantil, todos los cristianos verdaderos hoy en día, habríamos respondido “Amén”. Sin embargo, por esta afirmación que contradecía la doctrina de Calvino, Servet fue condenado a muerte.
Calvino había considerado por largo tiempo acabar con la vida de Servet, incluso mucho antes que fuera siquiera capturado, ya que consta en la página 153, del volumen tercero, de La Historia de la Iglesia Cristiana por Henry C. Sheldon, “Que el 13 de febrero de 1546, siete años antes del arresto de Servet, Calvino le dijo a su amigo Farel en una carta: ‘Servet me escribió recientemente con una presumida arrogancia, e incluyó a su carta un largo volumen de sus delirantes fantasías, que a mi parecer son algo desconcertantes e insólitas. Él vendría aquí si yo estuviese de acuerdo. Pero no estoy dispuesto a dar mi palabra en favor de su seguridad, porque si él viniese, de ninguna manera le permitiría partir vivo. Haría uso de mi autoridad para que sirviera para ese provecho. Yo espero que el veredicto requiera la pena de muerte”.
Obviamente, en ese tiempo, Calvino tenía la autoridad final en Ginebra, Suiza. Es por esto, que algunos historiadores se refieren a Ginebra como la “Roma del Protestantismo” y a Calvino como el “famoso ‘Papa’ Protestante de Ginebra”.
Calvino desarrolló un odio profundo contra Servet debido a varios comentarios marginales que hizo sobre escritos. Dice en las páginas 22 y 23 del libro de John Calvino “Institución de la Religión Cristiana”, traducido por Henry Beveridge, que en 1545, éste fue su comentario personal respecto a sus propios escritos: “Yo no me atrevo a pronunciar un testimonio demasiado fuerte en su favor, ni a declarar cuán provechosa será su lectura, para que no pueda parecer que valoro demasiado mi propio trabajo. Sin embargo, al menos esto puedo prometer: que será una especie de clave que abra para todos los hijos de Dios un acceso recto y eficaz a la comprensión del sagrado Libro. Por esta razón, si nuestro Señor me concede de aquí en adelante los medios y la oportunidad de componer algunos Comentarios, emplearé la mayor brevedad posible, ya que no habrá ocasión de hacer largas digresiones, porque en cierto modo he deducido extensamente todos los artículos que pertenecen al cristianismo. Y ya que estamos obligados a reconocer que toda verdad y doctrina legítima proceden de Dios, me aventuro osadamente a declarar lo que pienso de esta obra, reconociéndola como la obra de Dios en lugar de mía. A Él, de hecho, debe atribuírsele la alabanza debida por este libro”.
Uno no puede evitar advertir la similitud entre la exaltada estimación de Calvino hacia su propio libro, y la señora Mary Baker Eddy, la fundadora de Ciencia Cristiana, quien tituló su obra Ciencia y Salud Con Clave a las Escrituras, porque los dos declararon tener una clave para el entendimiento de las Escrituras.
El arresto y encarcelamiento de Servet
Declarado culpable de herejía por las autoridades católicas romanas, Servet escapó de la pena de muerte al fugarse de la prisión. Se dirigió a Italia, pero en el curso de su huida desde Viena, hizo una parada en Ginebra y cometió el error de asistir a un sermón de Calvino. Allí fue reconocido y arrestado después de los servicios y al rehusarse a retractarse, fue condenado como hereje y quemado en 1553.
En principio, Calvino consintió en el pedido de Servet de que lo decapitaran, aprobando aparentemente el modo de ejecución. Porque como la decapitación era empleada para las ofensas civiles, Calvino quería aparentar que esto era un juicio civil en lugar de religioso. Sin embargo, como no encontró apoyo, tuvo que desechar la idea.
Pero el destino de Servet estaba decidido irrevocablemente. En prisión fue sujeto a un trato cruel, y le negaron el beneficio de un abogado. Sus puntos de vista religiosos no habían sido ni expuestos ni impresos en el territorio de Ginebra, por lo tanto el gobierno de esa nación no tenía ni la más mínima jurisdicción legal para su arresto, encarcelamiento, tortura y muerte.
Dice en la página 116 del libro de Samuel Fisk, Recordando las sendas Calvinistas, “Que desde el momento en que Calvino lo hizo arrestar el 14 de agosto, hasta su condenación, Servet pasó sus días restantes... en un atroz calabozo sin luz, ni calefacción, con poca comida, y sin instalaciones sanitarias”.
En la página 327 del libro Los Herejes, de Walter Nigg, sigue diciendo sobre la ejecución de Servet: “Alrededor de los pies de Servet se puso madera semiverde y se le colocó sobre su cabeza una tiara espolvoreada con azufre. Tomó mas de treinta minutos darlo por muerto en semejante fuego. Mientras que otros relatos aseguran que fueron tres horas. Cuando lo llevaban para ser ejecutado, Farel el amigo de Calvino, caminaba junto al hombre condenado, y mantenía un constante ataque verbal, con total insensibilidad a lo que Servet podría estar sintiendo’.
“Todo lo que él tenia en mente era arrancar del prisionero un reconocimiento de su error teológico. Unos minutos después de esto, Servet dejo de responder y oró en voz baja para sí mismo. Cuando llegaron al lugar de la ejecución, Farel le dijo a la muchedumbre expectante: ‘Aquí ustedes pueden ver, cuánto poder posee Satanás cuando tiene a una persona bajo su dominio. Éste hombre es un distinguido erudito, y él quizás creyó que estaba actuando correctamente. Pero ahora Satanás lo posee completamente, como podría también poseerlos a ustedes, si cayeran en sus trampas’.
“Cuando el ejecutor empezó su trabajo, Servet susurró con voz temblorosa: ‘¡Oh Dios, Oh Dios!’. El frustrado Farel exclamó exaltado ‘¿No tienes nada más que decir?’. A lo que Servet respondió: ‘¡Qué otra cosa podría hacer, sino hablar con Dios!’. Entonces, fue levantado y colocado en la hoguera y encadenado a las estacas. Una corona espolvoreada con azufre fue colocada en su cabeza. Cuando los haces de leña fueron encendidos, un lamento penetrante de horror salió de él. ‘¡Misericordia, misericordia!’ - clamaba. Por más de media hora la horrible agonía continuó, porque la pira se había hecho de madera semiverde y se quemaba lentamente. ‘¡Jesús, Hijo del Dios eterno, ten misericordia de mí!’. Exclamó el hombre atormentado en medio de las llamas...”
Por otra parte sigue diciendo sobre esto mismo en la página 116 del libro de Samuel Fisk, Recordando las sendas Calvinistas: “Sin embargo, la agonía fue prolongada. Parece ser que en el caso de Servet fue usada madera verde, por eso fue que transcurrieron tres horas antes de que él fuera declarado muerto”.
Y leemos en la página 160 del el volumen tercero de la Historia de la Iglesia Cristiana por Henry C. Sheldon: “Que Calvino y Farel vieron, en su negativa a retractarse, sólo la obstinación de un hereje incorregible y blasfemo... No obstante, debemos reconocer en él la fuerza de su convicción. Él se retractó de su primera herejía con respecto a Trinidad, perdonó a sus enemigos y pidió perdón incluso a Calvino... Pero este hombre fue silenciado, ¡y a qué precio! El humo y las llamas que ascendieron sobre el cuerpo torturado de Servet, todavía proyectan una luz tenebrosa sobre la figura de Calvino”.
Y dice en la página 214 del libro de Roland Bainton, Hereje Atrapado: “En ninguna parte de la Biblia podemos ver algo como esto. El ladrón agonizante, el carcelero de Filipos y Cornelio, fueron todos salvos por una fe muy básica y confianza obediente en Jesús. La Biblia declara en Hechos 2:21 y Romanos 10:13: ‘Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo’ al igual que está registrado en Lucas 23:42,43, que cuando el ladrón le ‘... Dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso’, a pesar de todo esto, Farel consideró que Servet no había sido salvo al final de su vida”.
Y leemos en la página 326 del libro Los Herejes, de Walter Nigg: “Así como las autoridades católicas romanas en 1415 quemaron a John Hush en la estaca por razones doctrinales, John Calvino de manera similar quemó a Miguel Servet en la estaca. Sin embargo, muchos teólogos e historiadores se preguntan: ‘¿Pero fue realmente la doctrina el único problema? ¿No sería que había otra razón, una razón política?’.
“Considerado como un ‘hereje obstinado’ a Servet le fueron confiscadas todas sus posesiones sin más trámite. Fue tratado cruelmente en prisión y víctima de todo escarnio posible. Por consiguiente, es entendible que Servet fuese rudo e insultante en su confrontación con Calvino. Desgraciadamente para él, en ese momento Calvino estaba luchando para mantener su poder decadente en Ginebra. Los oponentes de Calvino usaron a Servet como un pretexto para atacar al gobierno teocrático del Reformador de Ginebra. Esto se volvió una cuestión de prestigio - algo que siempre es un punto delicado para cualquier régimen dictatorial - y también lo fue para Calvino el afirmar su poder en este respecto”.
¿Pero era Calvino realmente un teólogo?
¿Es posible que un hombre como Calvino hubiera sido un “gran teólogo” y al mismo tiempo transgredir las Escrituras en semejante grado y después no mostrar ningún remordimiento? Y le preguntamos: ¿Tendría usted el corazón para quemar a otra persona en la estaca? Pero mejor examinemos esto en forma más práctica: Suponga que alguien en su congregación, con reputación de ser un líder espiritual, capturara al perro de su vecino, lo encadenara a una estaca, y usara una pequeña cantidad de leña verde para quemar lentamente al animal hasta matarlo. ¿Qué pensaría usted de él, especialmente si después de realizar el hecho no mostrara ningún remordimiento? ¿Le permitiría que interpretara la Biblia? Pero en el caso de Calvino, él no quemó a un perro, ¡sino a una persona creada a imagen y semejanza de Dios!
Así no le guste a muchos, las Escrituras nos llevan a la conclusión de que el corazón de Calvino no estaba iluminado espiritualmente, sino profundamente entenebrecido como resultado de su odio asesino por Servet. Por consiguiente, era espiritualmente incapaz de discernir correctamente la palabra de verdad.
Esta verdad por sí sola es suficiente para que descartemos sus enseñanzas singulares. No necesitamos ningún otro ejemplo para evaluar objetivamente su condición espiritual. Sin embargo, vamos a mencionar brevemente a otros dos hombres.
En las páginas 368 y 369 del libro de Steven Ozment La Edad de la Reforma: 1250-1550: Una historia religiosa y espiritual de la conclusión de la edad media y la Reforma en Europa, leemos: “Otros dos episodios famosos conciernen a Jacques Gruet y Jerome Bolsec. Gruet, a quien Calvino consideraba un libertino, había escrito cartas criticando al Consistorio [al Ayuntamiento de Calvino], y aun más seriamente, había solicitado al rey católico de Francia que interviniera en los asuntos políticos y religiosos de Ginebra. Acusado de traición y con la cooperación de Calvino, Gruet fue decapitado. Bolsec por su parte, desafió públicamente las enseñanzas de Calvino sobre la predestinación, una doctrina que tanto él como muchos otros, consideraban moralmente repugnante. Fue desterrado de la ciudad en 1551, pero en 1577 se vengó publicando una biografía de Calvino en la cual lo acusaba de codicia, mala conducta financiera, y aberración sexual”.
¿Cómo se debe tratar a un hereje?
El apóstol Pablo le escribió a Tito, instruyéndolo respecto a las cualidades que debía tener el obispo anciano supervisor en la iglesia. Le dijo: “Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen. Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene” (Tito 1:7–11).
Es claro entonces por las palabras del apóstol, que a los maestros falsos debe imponérsele silencio, no matándolos, como hizo el fundador del Calvinismo, sino refutándolos con la Escritura. Ésta es la forma cristiana de hacerlo, en contraste con los ejemplos de Calvino y de su predecesor, Agustín de Hipona.
Si el ejemplo de Calvino fuera nuestra norma, la próxima vez que un Testigo de Jehová tocara a nuestra puerta, tendríamos que capturarlo, atarlo a una estaca, y prenderle fuego como una vela humana. ¿Puede imaginarse a un cristiano haciendo esto, mucho menos a un teólogo reputado? ¿Si tal cosa ocurriera, creería usted que es correcto seguir las doctrinas que predica tal persona?
La Biblia también aconseja que los falsos maestros sean mencionados abiertamente por nombre, así como Pablo nombró a Himeneo y Fileto, que estaban trastornando la fe de algunos cristianos que el apóstol conocía, y dijo sobre ellos: “Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos” (2 Timoteo 2:17–18).
Por muy desagradable que esto le pueda parecer a algunos, Pablo nos exhorta que debemos mencionar los nombres de los falsos maestros, para alertar a los fieles sobre el veneno espiritual de ellos.
Volviendo a Calvino, y después de haber compartido con usted, unas porciones de lo que registran sobre él los anales históricos, ¿sigue todavía creyendo que sus enseñanzas son correctas o acepta que debió estar controlado por un espíritu diferente al del Pablo? ¡La forma cómo trató a los que consideró herejes, fue algo diametralmente opuesto a lo que dice la Biblia!
La vida de Calvino se vio empañada por la forma cómo persiguió, castigó, expatrió, desposeyó de sus bienes y ejecutó a quienes se atrevían a oponerse a sus doctrinas, pero ningún otro evento ha influido más en el juicio de su historia, que el papel que desempeñó en la captura y ejecución del médico español, estudiante de teología, Miguel Servet en 1553. Este evento terminó por ensombrecer todo lo demás que hizo, y debería hacer reflexionar a sus seguidores modernos.