La imagen de Dios en el hombre - Parte V -
- Fecha de publicación: Martes, 07 Abril 2015, 01:39 horas
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Dios hace referencia al hecho, que Job no se encontraba allí cuando Él puso el fundamento de la tierra, y la implicación es que ningún ser humano estaba presente en ese momento. Por consiguiente, vemos por el uso, que la frase “los hijos de Dios” se refiere a los ángeles.
Esto es respaldado por la Septuaginta, en la que se mencionan los ángeles en los tres pasajes, en lugar de la traducción hebrea los hijos de Dios. Evidentemente los judíos que tradujeron a Job del texto original hebreo al griego, estaban convencidos que los hijos de Dios eran ángeles, no seres humanos.
El comentario en la Biblia Nueva Versión Internacional en inglés, de Génesis 6:2 confirma esta comprensión, dice: «En el libro de Job la frase se refiere claramente a seres angélicos». Leemos al principio del libro de Job: “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella” (Job 1:6, 7).
Una vez más notamos que la Septuaginta traduce «hijos de Dios» como «los ángeles de Dios». Es claro que para los judíos de la antigüedad, esta frase se refería a los seres angélicos. El hecho de que Satanás aparezca en medio de ellos, sugiere que estos “hijos de Dios” son ángeles caídos. Después de todo, lo que leemos concerniente a los ángeles en libros del Antiguo Testamento como Isaías, Ezequiel, Daniel, etc., y del Nuevo Testamento, especialmente en Apocalipsis, indica que los ángeles buenos tienen acceso a la presencia de Dios. Por lo tanto el hecho que el texto declare que “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios” parecería raro, a menos claro está que se trate de demonios.
Debemos también recordar que tanto el término malahk en hebreo como angelos en griego, ambos generalmente significan «mensajeros». El mensajero puede ser bueno o malo y puede ser terrenal o celestial. Jesús ante el juicio de las naciones “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41). Si el diablo tiene ángeles y ellos son arrojados al lago de fuego, entonces no pueden ser ángeles buenos, deben ser ángeles caídos conocidos como demonios.
Por la referencia en Job y cómo se tradujo el término tanto en la Septuaginta como en el Targumim, concluimos que la frase “hijos de Dios” se refiere a criaturas angélicas - buenas y malas. El hecho que Satanás aparezca con los hijos de Dios y que Jesús haga mención al diablo y a sus ángeles, nos lleva a concluir que la referencia en el capítulo 6 de Génesis se refiere a ángeles caídos, a demonios.
El comentario de la Biblia en inglés Nueva Versión Internacional, discute las tres posiciones diferentes sostenidas comúnmente, con respecto a que la interpretación de que son ángeles es favorable sobre las otras.
1. En el libro de Job la frase se refiere claramente a seres angélicos. En el capítulo 6 de Génesis los “hijos de Dios” son diferentes a la humanidad, lo cual sugiere que no son humanos. Esto es consistente con el uso de la frase en el libro de Job. Como el pasaje dice que estos ángeles cohabitaron con mujeres, eso implica que deben haber adoptado forma física o haber poseído los cuerpos de los hombres. Una antigua tradición judía preservada en Enoc 1:5-7 hace mención a esta revuelta angélica, y se refiere a estos líderes como «los Vigilantes».
2. No todos los eruditos aceptan que “los hijos de Dios” son ángeles. Algunos argumentan que “los hijos de Dios” eran miembros del linaje de Set, que se remonta hasta Dios por medio de Adán en el capítulo 5 de Génesis, mientras que “las hijas de los hombres” eran descendientes de Caín. Sin embargo, como ya hiciera notar anteriormente, el texto hace distinción entre los descendientes de Set, al igual que los de Caín, y sugiere que las hijas de los hombres, son simplemente mujeres, no hijas de Caín.
3. Otros identifican a “los hijos de Dios” como tiranos poderosos, tal vez poseídos por los demonios, quienes se veían a sí mismos como divinos, y siguiendo el ejemplo de Lamec, practicaban la poligamia tal como dice Génesis 4:19. Pero el uso de la frase “hijos de Dios” en Job, está en oposición a este punto de vista.
Ni se casarán ni se darán en casamiento
Para algunas personas, el hecho que los ángeles caídos tuvieran la habilidad de adoptar forma física y procrear, tal parece que creara una contradicción en la Escritura. En Mateo 22:30 leemos: “Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”. Tal parece que este texto dijera que los ángeles no son capaces de tener descendencia, y que eso es específicamente lo que implica este pasaje, de ser así entonces el capítulo 6 de Génesis de ninguna manera podría indicar que los ángeles caídos tuvieron relaciones íntimas con mujeres. El pasaje paralelo en Lucas, vierte más luz sobre este texto y parece ser una interpretación más completa de lo que Jesús dijo sobre el tema, mientras que los recuentos de Mateo y Marcos son abreviados.
Leemos en Lucas: “Mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección” (Lc. 20:35, 36).
Note que el Señor Jesucristo dice que quienes «alcanzan aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios». La parte importante de este pasaje, ¡no se refiere a no tener relaciones íntimas en el cielo! Recuerde, los saduceos, quienes negaban la resurrección, estaban tratando de jugar una mala pasada a Jesús, al preguntarle de quien sería esposa en el cielo, una mujer que había tenido siete esposos. La pregunta y la respuesta, no tienen nada que ver con la habilidad de procrear, sino con el hecho de que hay una resurrección de los muertos, y el nuevo orden es diferente al que hay aquí ahora.
Dios le dijo a Adán y a Eva, que fueran fructíferos - es decir que tuvieran relaciones íntimas y llenaran la tierra. Por las palabras de Jesús podemos ver que para entonces, después de la resurrección, ya no habrá necesidad de procreación para llenar la tierra “Porque no pueden ya más morir”. Es claro que este versículo no puede ser usado para probar que los seres angélicos carecen de la habilidad para mezclar su simiente con la de las hijas de los hombres. Más bien parecería que a ellos simplemente se les prohibió hacer eso, tal como vemos por la segunda epístola de Pedro, Judas y fuentes extra bíblicas.
Conclusión
Vimos anteriormente que el término “hijos de Dios” se refiere a los ángeles y a los seres humanos que son creación directa de Dios. Los ángeles por definición son sus hijos porque no tuvieron padres, sino que fueron hechos directamente por el Creador. Por consiguiente, concluimos que los hijos de Dios en el capítulo 6 de Génesis, fueron en realidad ángeles que tuvieron relaciones íntimas con las hijas de Adán. El texto en el capítulo 6 de Génesis no dice si eran ángeles buenos o malos, pero tomando en cuenta el diluvio que siguió después de esto, podemos suponer sin temor a equivocarnos que eran perversos. No obstante, ¿cómo pudieron estos ángeles caídos materializarse a fin de tener relaciones físicas y propagar su simiente?
La naturaleza de la dimensión espiritual
El que los ángeles o demonios se materialicen en nuestra dimensión, y el que además tengan relaciones íntimas con mujeres, es un concepto difícil de aceptar por muchas personas. De acuerdo con la Biblia, hay otro reino, otra dimensión que es paralela con la nuestra en la tierra. Está colmada con criaturas. Aunque no podemos saber todo lo que se necesita acerca de ese reino, la Escritura nos ofrece muchas claves, las cuales podemos unir para tener un mosaico decente y poder deducir cómo luce.
Primero que todo, necesitamos definir los términos - por lo tanto comenzaremos con nuestra dimensión ya que generalmente la entendemos intuitivamente. En el principio Dios creó la tierra, a continuación tomó algunas de esas finas partículas del material conocido como polvo y formó a Adán. Ahora entendemos que todos los seres vivos, fundamentalmente están compuestos de átomos de carbono. Somos terrenales, porque fuimos hechos de tierra. Dios incluso al pronunciar el destino de Adán después de su caída, dijo que retornaría al polvo del cual había sido hecho. “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gn. 3:19).
Cuando llegamos a las cosas en otra dimensión, no podemos decir de qué están hechas, además de que son espirituales. Pero... ¿qué es exactamente espíritu? A diferencia del polvo que podemos poner bajo el microscopio y ver los átomos individuales en él, el espíritu parece ser lo más fundamental. El Lexicon Thahyer en griego define pneuma como «un espíritu, es decir la simple esencia, desprovista de todo o al menos de toda la materia más grosera, y poseedora de la facultad de conocer, desear, decidir y actuar». Finalmente la misma Escritura servirá como el mejor método para determinar el significado verdadero de las cosas que son de naturaleza espiritual.
Tal vez lo primero más evidente que podemos decir acerca del espíritu es que no es material - que no está hecho de polvo, de átomos de carbono, o cualquier otro elemento de esta dimensión. La sustancia del espíritu es completamente de la dimensión espiritual. Leemos en Lucas 24:39, que Jesús dijo después de su resurrección: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo”.
Los seres que se encuentran en ese reino no están hechos de materia, al menos tal como la que conocemos aquí. Salmo 104:4 nos ofrece una descripción general de los ángeles como espíritus en su composición, dice: “El que hace a los vientos sus mensajeros, y a las flamas de fuego sus ministros”. Sin embargo, los seres de esa dimensión pueden interactuar con nosotros.
Los seres espirituales pueden tocarnos
Un buen número de versículos en la Escritura describen a los espíritus - es decir a los ángeles y demonios, como criaturas que tocan, se mueven, o perturban a los seres humanos de alguna forma. Leemos en el libro de Job de un espíritu que pasa, que no puede ser visto por los ojos, pero que sí puede ser percibido por el cuerpo. “Y al pasar un espíritu por delante de mí, hizo que se erizara el pelo de mi cuerpo. Paróse delante de mis ojos un fantasma, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía: ¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo? He aquí, en sus siervos no confía, y notó necedad en sus ángeles; ¡cuánto más en los que habitan en casas de barro, cuyos cimientos están en el polvo, y que serán quebrantados por la polilla!” (Job 4:15-19).
En este ejemplo la entidad espiritual lo rozó tan de cerca, que el cabello de su cuerpo se erizó, porque allí se encontraba algo que era invisible que no podía discernir. Luego se hace el contraste entre los mortales, quienes están hechos de polvo, y los ángeles que son espíritus. Aunque el ángel era un espíritu, hay una forma particular que el testigo no pudo distinguir.
Los siguientes versículos demuestran que los ángeles, los cuales como ya fue mencionado son espíritus, de alguna forma interactúan con nuestra dimensión física. Vea lo que dicen estos pasajes de la Escritura:
• “Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo” (Gn. 19:1).
• “Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí, y contra la casa de mi padre” (2 S. 24:17).
• “Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come” (1 R. 19:5).
• “Y Jehová envió un ángel, el cual destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria...” (2 Cr. 32:21a).
• “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño...” (Dn. 6:22a).
• “Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua...” (Jn. 5:4a).
• “Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo” (Hch. 5:19).
• “Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos” (Hch. 12:7).
• “Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos” (Hch. 12:23).
• “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Co. 11:14).
• “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (He. 13:2).
Lo que podemos ver, es que los ángeles, quienes residen en el reino espiritual tienen cuerpos y en ocasiones pueden materializarse en nuestra dimensión. De tal manera que podemos concluir que las cosas espirituales no son algo abstracto o nebuloso. En otras palabras, las cosas que proceden del reino espiritual, son tan tangibles como las de aquí, la diferencia es que no están hechas de ninguna sustancia terrenal.
Comida y bebida espiritual
Esta conclusión también la presenta Pablo cuando expone el recuento de la ocasión en que el pueblo de Israel atravesó el mar Rojo. Dijo: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar” (1 Co. 10:1). Aquí Pablo expone un hecho histórico que se puede verificar fácilmente en Éxodo 14:22 donde leemos: “Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda”. Pablo a continuación declara: “Y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar” (1 Co. 10:2). Conforme los israelitas avanzaban a lo largo del lecho del mar Rojo, con las aguas como un muro a su derecha y a su izquierda bajo el nivel del agua, en cierta forma estaban inmersos en el mar y bajo la nube.
Habiendo declarado eventos históricamente literales y que se podían verificar, Pablo entonces menciona que “todos comieron el mismo alimento espiritual” (1 Co. 10:3). Refiriéndose al maná que descendía del cielo con el cual se alimentó el pueblo mientras permaneció en el desierto. El maná era alimento, y tenía sabor y textura. Podían recogerlo y transformarlo en varios platos diferentes y finalmente comerlo. Dice Éxodo 16:31: “Y la casa de Israel lo llamó Maná; y era como semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel”. Cuando llegaba al estómago se convertía en energía, necesaria para sustentar el cuerpo. Era alimento real en todas las formas, físico y comestible.
entonces... ¿en qué forma era espiritual? Era espiritual en el sentido que no se originó de la tierra, sino que provenía del reino espiritual. El salmista incluso autentica esto cuando dice: “Pan de nobles comió el hombre; les envió comida hasta saciarles” (Sal. 78:25). Luego Pablo dice: “Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Co. 10:4).
Una vez más el apóstol está refiriéndose a eventos que pueden verificarse en el libro de Éxodo, en donde Dios instruye así a Moisés: “He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel” (Ex. 17:6).
Dios instruyó a Moisés para que hiciera esto, y todo el pueblo vio su cumplimiento. El agua era como la comida, real y potable, capaz de satisfacer la sed. Una vez más, entonces ¿en qué forma era espiritual? En que el origen del agua no era terrenal, sino que provino de otra dimensión. No había ninguna fuente de agua debajo de la roca, como algunos argumentan, porque si esto hubiera sido cierto, entonces también habría habido necesidad de una fuente oculta para el maná que descendió del cielo. En lugar de eso, la bebida y comida espiritual provino de otra dimensión, por la providencia de Dios, y no se originó de la tierra. Nehemías confirma así esto: “Les diste pan del cielo en su hambre, y en su sed les sacaste aguas de la peña; y les dijiste que entrasen a poseer la tierra, por la cual alzaste tu mano y juraste que se la darías” (Neh. 9:15).
Luego llegamos a la última parte de su relato, en el que hace una declaración importante y sin embargo impactante - que ellos no sólo comieron el maná, el alimento espiritual, y bebieron el agua espiritual, sino que en verdad la Roca, era de naturaleza espiritual, que no era de este mundo, y lo que es más: ¡La Roca los seguía! Como leemos en 1 Corintios 10:4: “Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”.
Pablo dice, que la Roca no sólo los seguía, sino que la Roca era Cristo. En este punto comenzamos a sentirnos incómodos con esta conclusión. ¿Cómo pudo una Roca seguirlos a través del desierto, y cómo podía esa Roca ser el Señor Jesucristo? ¡Ciertamente Él es mucho más que una Roca! No obstante, primero que todo tengamos bien presente, que no es nuestra misión decidir si esto es posible o no, porque Dios puede hacer lo que le plazca. Si fue capaz de dividir las aguas del mar Rojo y hacer aparecer una columna de fuego por la noche y una nube por el día para proteger a su pueblo, e incluso hacer descender alimento del cielo, ¿qué problema tenía para mover una Roca?
Segundo, Él mismo dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo” (Jn. 6:51). ¿Acaso no será que hay algo que no podemos comprender? ¿Será posible que Jesús estuviera diciendo que era realmente el maná que descendió del cielo? Esta pregunta no es fácil de responder, sin embargo debemos por lo menos considerar, que ciertamente hay verdades que no advertimos y que parecen imposible para nosotros, pero que sin embargo son posibles para Dios.
No obstante, a la luz de nuestro estudio del ADN, si Jesús quiso que su simiente, su información genética se incorporara en la nuestra, entonces tal vez el pasaje podría ser interpretado literal, física y espiritualmente al mismo tiempo. Por consiguiente, mientras quizá no podamos concebir cómo la Roca podía ser literalmente el Señor Jesús, no debemos negar lo que dice el texto. De hecho, al aceptar lo que Pablo dice literalmente en contra de lo figurado, hace que las piezas se ajusten perfectamente. Si retrocedemos a Éxodo notamos que Dios dijo: “He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel” (Ex. 17:6).
Dios dijo que estaría delante de Moisés en la Roca que iba a golpear, lo cual es claramente un cuadro de la cruz. En la siguiente ocasión, Moisés sólo tenía que hablar a la Roca, pero falló en hacerlo. “Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias” (Nm. 20:8).
La explicación de que la Roca, o al menos las aguas que provenían de la Roca, siguieron a judíos a lo largo de su recorrido por el desierto, es confirmada por los intérpretes judíos de la antigüedad, quienes veían la Roca, la cual llaman el «manantial» yendo junto con ellos. Dice por ejemplo el Targum Onkelos 21:17: «Y desde allí les fue dado el manantial, el cual es el lugar desde donde el Señor le habló a Moisés, congregó al pueblo y desde donde les dio el agua. Por consiguiente, cantaba Israel su cántico: Brotad, oh manantial; cantad a él. La fuente que los príncipes excavaron, que los jefes del pueblo horadaron, que los escribas abrieron; les fue dada a ellos en el desierto. Y desde el tiempo que se les dio, descendió con ellos a los ríos, y desde los ríos fue con ellos a las alturas, y desde las alturas al valle, el cual está en los campos de Moab, a la cabeza de Ramata, la cual mira hacia Betjeshimon».
El Targum de Jonatán 21:17 habla del mismo fenómeno, dice: «El manantial vivo, la fuente sobre la cual le dijo el Señor a Moisés, ‘Congrega al pueblo y dales el agua’. Y desde donde Israel cantaba en agradecimiento, en el tiempo en que el manantial que había estado oculto fue restaurado para ellos por el mérito de Miriam: ‘¡Brota oh manantial! ¡Brota oh manantial!’ Le cantaban, y manaba».
El pastor inglés, erudito bíblico y teólogo John Gill también hace notar en su Exposición de la entera Biblia, que las aguas de la Roca seguían a los judíos en el desierto, dice: «Las aguas de la Roca brotaban como ríos, y los seguían en el desierto, en dondequiera que iban, por espacio de cerca de treinta y ocho años, y luego cesaron para probar la fe de ellos una vez más; esto fue en Cades cuando la Roca fue golpeada nuevamente y brotó agua... Y esta opinión del apóstol está completamente en armonía con los sentimientos de los judíos, quienes dicen en ‘Jarchi Números 22:2’, ‘que los israelitas tuvieron la fuente de agua todos los cuarenta años. Sí, ellos hablan de la Roca, con el mismo lenguaje que hace el apóstol, y parecen entender que la propia Roca, realmente iba junto con los israelitas en el desierto’. Tal como preguntó uno de los escritores: ‘¿Tenemos que extraer el agua de esta Roca?’ porque no sabían que la Roca iba con ellos, porque la Roca iba... Cuando los portadores de las banderas acampaban, y se establecía el Tabernáculo, la Roca llegaba y permanecía en la corte de la tienda de la congregación; y los príncipes llegaban y se paraban sobre su tope, y decían, ‘Asciende oh manantial’ y ascendía’. ‘Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo’ (1 Co. 10:4)».
Por consiguiente concluimos, que cuando la Biblia habla del espíritu o cosas de naturaleza espiritual, no está haciéndolo en forma alegórica, sino figurada. Las cosas espirituales no son abstracciones nebulosas, en lugar de eso son referencia a seres o a algo, que no se origina, o tal vez no se encuentra en nuestra dimensión. Esas entidades tienen su origen en otra dimensión conocida como el reino espiritual. Ese reino es capaz de interactuar con el nuestro en formas que no podemos comprender plenamente. No obstante, de acuerdo con la Escritura los ángeles y los demonios tienen la habilidad para materializarse en nuestro reino y son capaces de producir alguna clase de material genético. Por lo tanto, no debe sorprendernos que todos los comentaristas antes de Nicea, y los comentaristas judíos y cristianos, creyeran que los hijos de Dios mencionados en el capítulo 6 de Génesis eran ángeles caídos que tuvieron la habilidad de procrear y así ser padres de los Nefilims.
Los hijos de Dios de acuerdo con las fuentes de información antigua
Ya hemos visto que el término “hijos de Dios” se refiere a una criatura que es una creación directa del Creador; de manera que Adán ciertamente se califica como tal, porque no tuvo padres. Los creyentes en el Señor Jesucristo se suman a esta categoría debido al nuevo nacimiento. De igual manera los ángeles, porque fueron creados directamente por Dios. Antes de la redención comprada en la cruz, no había hijos de Dios humanos, con la única excepción de Adán.
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